El amor platónico
El amor ha sido pensado desde muy antiguo como una fuerza ambivalente: puede ser tanto
positiva como destructiva. No existe una sola definición del amor en la tradición antigua. Según
cómo se entienda, puede presentarse como un don, como una manía o incluso como una locura.
Para Platón, especialmente en el Fedro y en el Banquete, el amor es precisamente una forma de
locura divina —en griego, μανία, manía—, una locura inspirada por los dioses. Platón habla de
cuatro tipos de locura, y entre ellas coloca la locura amorosa, que impulsa al alma a recordar la
belleza de la que participó en el mundo de las Ideas. Ahora bien, que sea divina no significa que
sea siempre positiva: puede elevar al amante hacia lo más alto de la verdad, pero también puede
arrastrarlo a la obsesión y a la destrucción.
En este contexto, es interesante traer la obra de
Ovidio (Publius Ovidius Naso), un poeta romano Ovidio
del siglo I d. C., posterior tanto a Platón como a Publio Ovidio
Nasón, más conocido
Hesíodo*. Ovidio, en sus Metamorfosis y en el Ars
por la historia como
Amatoria, reelabora y transmite muchos de los https://www.wor
mitos antiguos sobre el amor, y de alguna manera ldhistory.org/trans/e
s/1-561/ovidio/
condensa para la tradición romana el imaginario
griego y helenístico. *Poeta griego del siglo VIII a. C. y uno
de los más antiguos que conocemos, en
En la mitología, los dioses están definidos por sus
su Teogonía narra el origen de los
atributos, y dependiendo de la función o del aspecto dioses, incluyendo el nacimiento de
que manifiestan reciben nombres distintos.
Afrodita.
En este marco aparece Afrodita, la diosa del amor y la belleza. Esta no siempre se presenta
como protectora: en los relatos míticos también encarna la envidia y los celos. En la historia
narrada por Ovidio, Afrodita siente envidia de Psique, una joven mortal cuya belleza rivaliza con
la suya. Conviene aclarar que la envidia en la Antigüedad no se concebía con exactamente las
mismas connotaciones negativas que hoy, aunque sí implicaba rivalidad y desequilibrio.
Afrodita, movida por esa envidia, envía a su hijo Eros (identificado en la tradición romana con
Cupido) para que haga que Psique se enamore de la criatura más fea que pueda encontrar.
El amor platónico 1
, Aquí conviene detenerse: Eros es un dios con su propia genealogía y simbolismo.
Según Hesíodo, Eros ya existía en el origen del cosmos como fuerza primordial que
mueve y fecunda. Pero en la tradición posterior, y en la versión latina de Ovidio, se
convierte en hijo de Afrodita. Afrodita misma había nacido de un acto violento: de la
espuma generada cuando Crono castró a su padre Urano y arrojó sus genitales al mar
(Theogonía, vv. 188-200). De esa espuma marina emergió la diosa.
Eros, enviado por su madre, falla en su misión, porque al ver a Psique queda él mismo prendado
de su belleza y desobedece a Afrodita. Aquí aparece el primer problema filosófico: ¿qué
significa exactamente enamorarse? En este relato, el amor surge como reacción directa a la
belleza percibida. Lo bello parece tener un poder casi irresistible: despierta en el amante un
movimiento interior, un impulso que lo arrastra más allá de su voluntad. El amor, por
consiguiente, aparece como algo pasivo: no elegimos amar, sino que somos “movilizados” por la
belleza del otro. La belleza, para los antiguos, tiene un poder movilizador: no es algo
meramente contemplativo, sino que despierta un movimiento en el alma del que ama. En el caso
del mito de Psique, Eros encarna ese impulso: se siente arrebatado por la belleza de ella y queda
atrapado en el deseo. Aquí se introduce un matiz clave: el amor que Eros representa es un
amor específico, el ἔρως (érōs), un amor que se asocia a tres dimensiones fundamentales:
1. El eros es deseo. La belleza provoca en el amante el deseo de poseer aquello
que contempla. Pero si yo deseo algo que está fuera de mí, significa que
reconozco una carencia en mí mismo. El eros nace precisamente de la falta, y
busca colmarla a través de la unión con lo bello. Este planteamiento será
fundamental más adelante en el Banquete de Platón, cuando Diotima explique
L'amour et que el eros no es un dios perfecto, sino un daimon, un ser intermedio que
Psyche,
desea lo que no tiene.
Eugène
Mèdard. En el mito, Eros encuentra en Psique un objeto deseable y la toma como su
esposa secreta, aunque no puede confesarlo a su madre. La tradición relata
este encuentro con ambigüedad: no queda del todo claro si se trata de un
rapto, un secuestro o una violación, pero sí hay un elemento de imposición,
de fuerza. Además, Eros impone a Psique una condición: que permanezca con
los ojos vendados, que no lo vea jamás. De aquí surge la famosa idea de que
“el amor es ciego”: Psique ama a Eros sin conocer su apariencia.
El amor platónico 2