LÍRICA Y EL TEATRO POSTERIORES A 1936
LÍRICA POSTERIOR A 1936
Antes de hablar de la lírica posterior al 36, es necesario mencionar la amplia producción lírica
anterior, en la que destacan autores como Juan Ramón Jiménez en el novecentismo o Apollinare
con los Caligramas en las vanguardias.
Con el estallido de la Guerra Civil, la lírica se halla en antologías y la cultivan autores en el exilio
en su mayoría e incluso Lorca falleció. La poesía se convierte en un instrumento político. Con el
inicio de la dictadura franquista, hay una prohibición de renovaciones culturales y censura; en el
segundo franquismo, hay tanto exilio exterior como interior. Con la llegada de la democracia, la
temática en poesía es diversa.
La lírica de los años 40 tiene nes propagandísticos y es el género de mayor diversidad. Fue muy
popular en prensa y uno de los poemas típicos es el Romance por narrar hechos. La tendencia
mayoritaria de la poesía se divide an arraigada y desarraigada, si bien hay grupos minoritarios
como el postismo.
Dámaso Alonso acuñó el término de “poesía desarraigada”, contrario a la dictadura, cuyo estilo
es sencillo, directo y desgarrador. Trata temas existencialistas como la inexistencia de la justicia
en revistas como Espadaña. Destaca también Vicente Aleixandre. Frente a esta corriente, está la
poesía arraigada, afín al régimen, de estilo garcilasista (por lo tanto, usan el soneto). Escriben en
revistas como Garcilaso, cultivando temas alejados de la realidad social del momento como el
amor, la familia,… Autores de la juventud creadora son Luis Rosales y Leopoldo Panero.
En la década de los 50, la poesía es un testimonio de angustia del poeta pero con un
compromiso social: se quiere concienciar a la población para transformar la realidad hacia una
solidaridad. Por lo tanto, el estilo es sencillo, coloquial. Se tratan temas como la injusticia social o
el deseo de paz y libertad con un tono pesimista aunque con una mirada hacia un futuro mejor.
Autores representativos son Blas de Otero con Pido la paz y la palabra y Gabriel Celaya con
Cantos íberos.
En la década de los 60, la poesía social pierde vigencia y se convierte en un ejercicio de
conocimiento. Se regresa a la intimidad y a la experiencia personal, por lo que los temas son la
infancia, el amor, la amistad, la soledad,… pero se sigue denunciando con ironía. El estilo es
sencillo pero trabajado con imágenes y personal. Autores del momento son Gil de Biedma con
Las personas del verbo y Claudio Rodríguez con Don de la ebriedad.
Al nalizar la dictadura, en los 70, tras la publicación de Nueve novísimos poetas españoles de
José María Castellet, aparece un grupo de poetas con un afán experimental en el lenguaje. Esto
se debe a cierta apertura en la censura y a la in uencia de la cultura americana. En los poemas
aparecen elementos populares del cine, la televisión, la música y referencias culturales como
mitológicas y de civilizaciones antiguas como Grecia. Lo experimental en el lenguaje se ve en
técnicas vanguardistas como el “collage” o la escritura automática. Pere Gimferrer escribió Arde
el mar y otro autor es Vázquez Montalbán.
Con la democracia aparecen abundantes antologías y premios literarios. La poesía se diversi ca
en temática, por lo que es muy difícil establecer una nómina de autores, pero aparece un tono
intimista con referencias culturales y temas del momento histórico, social y existenciales. Una
corriente destacable es la poesía de la ironía, con obras como La destrucción o el humor y Diario
de un poeta recién cansado. Otra corriente es la poesía de la experiencia, en la que el “yo
poético” cuenta sus re exiones y experiencias vitales en escenarios urbanos. Un autor de esta
última es Luis García Montero con Habitaciones separadas.
En cuanto a la lírica hispanoamericana, en los años 40, se rehumaniza con un tinte sociopolítico e
in uencia surrealista. Autores del momento son Pablo Neruda y Octavio Paz. Posteriormente, en
las décadas de los 50 y 60, este género queda relegado a un segundo plano por la novela, pero
hay líneas muy diversas como la antipoesía de Nicanor Parra. Ya en los 70, la lírica está
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LÍRICA POSTERIOR A 1936
Antes de hablar de la lírica posterior al 36, es necesario mencionar la amplia producción lírica
anterior, en la que destacan autores como Juan Ramón Jiménez en el novecentismo o Apollinare
con los Caligramas en las vanguardias.
Con el estallido de la Guerra Civil, la lírica se halla en antologías y la cultivan autores en el exilio
en su mayoría e incluso Lorca falleció. La poesía se convierte en un instrumento político. Con el
inicio de la dictadura franquista, hay una prohibición de renovaciones culturales y censura; en el
segundo franquismo, hay tanto exilio exterior como interior. Con la llegada de la democracia, la
temática en poesía es diversa.
La lírica de los años 40 tiene nes propagandísticos y es el género de mayor diversidad. Fue muy
popular en prensa y uno de los poemas típicos es el Romance por narrar hechos. La tendencia
mayoritaria de la poesía se divide an arraigada y desarraigada, si bien hay grupos minoritarios
como el postismo.
Dámaso Alonso acuñó el término de “poesía desarraigada”, contrario a la dictadura, cuyo estilo
es sencillo, directo y desgarrador. Trata temas existencialistas como la inexistencia de la justicia
en revistas como Espadaña. Destaca también Vicente Aleixandre. Frente a esta corriente, está la
poesía arraigada, afín al régimen, de estilo garcilasista (por lo tanto, usan el soneto). Escriben en
revistas como Garcilaso, cultivando temas alejados de la realidad social del momento como el
amor, la familia,… Autores de la juventud creadora son Luis Rosales y Leopoldo Panero.
En la década de los 50, la poesía es un testimonio de angustia del poeta pero con un
compromiso social: se quiere concienciar a la población para transformar la realidad hacia una
solidaridad. Por lo tanto, el estilo es sencillo, coloquial. Se tratan temas como la injusticia social o
el deseo de paz y libertad con un tono pesimista aunque con una mirada hacia un futuro mejor.
Autores representativos son Blas de Otero con Pido la paz y la palabra y Gabriel Celaya con
Cantos íberos.
En la década de los 60, la poesía social pierde vigencia y se convierte en un ejercicio de
conocimiento. Se regresa a la intimidad y a la experiencia personal, por lo que los temas son la
infancia, el amor, la amistad, la soledad,… pero se sigue denunciando con ironía. El estilo es
sencillo pero trabajado con imágenes y personal. Autores del momento son Gil de Biedma con
Las personas del verbo y Claudio Rodríguez con Don de la ebriedad.
Al nalizar la dictadura, en los 70, tras la publicación de Nueve novísimos poetas españoles de
José María Castellet, aparece un grupo de poetas con un afán experimental en el lenguaje. Esto
se debe a cierta apertura en la censura y a la in uencia de la cultura americana. En los poemas
aparecen elementos populares del cine, la televisión, la música y referencias culturales como
mitológicas y de civilizaciones antiguas como Grecia. Lo experimental en el lenguaje se ve en
técnicas vanguardistas como el “collage” o la escritura automática. Pere Gimferrer escribió Arde
el mar y otro autor es Vázquez Montalbán.
Con la democracia aparecen abundantes antologías y premios literarios. La poesía se diversi ca
en temática, por lo que es muy difícil establecer una nómina de autores, pero aparece un tono
intimista con referencias culturales y temas del momento histórico, social y existenciales. Una
corriente destacable es la poesía de la ironía, con obras como La destrucción o el humor y Diario
de un poeta recién cansado. Otra corriente es la poesía de la experiencia, en la que el “yo
poético” cuenta sus re exiones y experiencias vitales en escenarios urbanos. Un autor de esta
última es Luis García Montero con Habitaciones separadas.
En cuanto a la lírica hispanoamericana, en los años 40, se rehumaniza con un tinte sociopolítico e
in uencia surrealista. Autores del momento son Pablo Neruda y Octavio Paz. Posteriormente, en
las décadas de los 50 y 60, este género queda relegado a un segundo plano por la novela, pero
hay líneas muy diversas como la antipoesía de Nicanor Parra. Ya en los 70, la lírica está
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