Materia: Historia Universal Medieval
Primer Parcial. Consigna Teórica Práctica.
Año: 2020
El Waltharius puede ser considerado una fuente histórica por diversos motivos. Se
analizarán los fragmentos solicitados desde dos puntos de vista; por un lado, a partir de
las características historiográficas de la época y, por otra parte, según el contexto y
significado del mismo.
Con respecto a la historiografía, Ruiz Gómez (1998) se pregunta ¿Por qué se estudia la
Historia Medieval? Seguramente, las respuestas sean de las más variadas. Pero aquí
acontece quedarse con una en particular: la historia es una enseñanza permanente sobre
la conducta de los hombres. Más allá de que esto sea totalmente aplicable a la
actualidad, también puede corresponderse con aquellos eruditos y clérigos que
plasmaban las tradiciones orales en la escritura en las cortes carolingias. El autor del
texto, sin embargo, advierte que algunas de estas “huellas del pasado” que encontramos
hoy tienen una finalidad meramente práctica, sin embargo, otras tantas tienen un
programa ideológico definido. Probablemente, este sea el caso del Waltharius. De todas
formas, Ruiz Gómez indica que es el “rigor metodológico y el juicio de los otros
profesionales” (1998:26) lo que le impone cierta objetividad a la profesión. ¿Hoy?
Posiblemente, sí. ¿Pero qué hay de cierto en esto en las cortes carolingias del siglo IX?
Es a aquí donde debemos llegar. En primer lugar, este período histórico se encuentra
signado por una fuerte renovación cultural, en donde se aprecian lazos entre la épica y la
teología con la historia. Por otra parte, es necesario traer a observación que, durante esta
época de cierta inestabilidad política, el soporte ideológico para el ala política era
absolutamente necesario. Para Domínguez et al (2014) la clave estaría en la búsqueda de
legitimidad dinástica, simbólica y social, construida por medio de tensiones o
contradicciones. Estamos en presencia de construcciones, en dónde nada de lo que se
dice es al azar, sino que son expresiones de un proyecto ideológico. Por otro lado,
vastos territorios diversos y heterogéneos del Imperio necesitan un punto de unión, una
memoria colectiva, y para ello, se utiliza la historia y la literatura simultáneamente.
Nuevamente, el Waltharius es un paradigma de ello.
1
Primer Parcial. Consigna Teórica Práctica.
Año: 2020
El Waltharius puede ser considerado una fuente histórica por diversos motivos. Se
analizarán los fragmentos solicitados desde dos puntos de vista; por un lado, a partir de
las características historiográficas de la época y, por otra parte, según el contexto y
significado del mismo.
Con respecto a la historiografía, Ruiz Gómez (1998) se pregunta ¿Por qué se estudia la
Historia Medieval? Seguramente, las respuestas sean de las más variadas. Pero aquí
acontece quedarse con una en particular: la historia es una enseñanza permanente sobre
la conducta de los hombres. Más allá de que esto sea totalmente aplicable a la
actualidad, también puede corresponderse con aquellos eruditos y clérigos que
plasmaban las tradiciones orales en la escritura en las cortes carolingias. El autor del
texto, sin embargo, advierte que algunas de estas “huellas del pasado” que encontramos
hoy tienen una finalidad meramente práctica, sin embargo, otras tantas tienen un
programa ideológico definido. Probablemente, este sea el caso del Waltharius. De todas
formas, Ruiz Gómez indica que es el “rigor metodológico y el juicio de los otros
profesionales” (1998:26) lo que le impone cierta objetividad a la profesión. ¿Hoy?
Posiblemente, sí. ¿Pero qué hay de cierto en esto en las cortes carolingias del siglo IX?
Es a aquí donde debemos llegar. En primer lugar, este período histórico se encuentra
signado por una fuerte renovación cultural, en donde se aprecian lazos entre la épica y la
teología con la historia. Por otra parte, es necesario traer a observación que, durante esta
época de cierta inestabilidad política, el soporte ideológico para el ala política era
absolutamente necesario. Para Domínguez et al (2014) la clave estaría en la búsqueda de
legitimidad dinástica, simbólica y social, construida por medio de tensiones o
contradicciones. Estamos en presencia de construcciones, en dónde nada de lo que se
dice es al azar, sino que son expresiones de un proyecto ideológico. Por otro lado,
vastos territorios diversos y heterogéneos del Imperio necesitan un punto de unión, una
memoria colectiva, y para ello, se utiliza la historia y la literatura simultáneamente.
Nuevamente, el Waltharius es un paradigma de ello.
1