EPISTEMOLOGÍA
El conocimiento
Racionalismo y empirismo
El racionalismo sostiene que en nuestro entendimiento existen ideas innatas, a partir de las cuales se pueden
deducir todos nuestros conocimientos sobre la realidad. En cambio, el empirismo se opone a esta postura y
niega la existencia de ideas innatas; para el empirismo, todo conocimiento proviene de la experiencia, y antes
de ésta, nuestro entendimiento es una página en blanco sin contenido alguno.
Por “experiencia” se entiende la constatación de un hecho, y hecho es todo aquello que puede ser sentido o
medido por un sujeto, es decir, la experiencia se da mediante los sentidos. Así, si la experiencia es la base del
conocimiento y los sentidos son la base de la experiencia, los sentidos constituyen la base imprescindible del
conocimiento.
Percepciones según Hume
Para ilustrar esto, imagina mirar un folio y luego cerrar los ojos para tratar de imaginarlo. En ambos casos hay
percepción o conocimiento, aunque la percepción directa es más viva que la recordada. Hume considera que las
percepciones son los elementos del conocimiento y distingue dos tipos:
Impresiones: conocimiento presente, dado por los sentidos, más vívido.
Ideas: representaciones mentales o huellas de impresiones pasadas, menos vivas y más confusas.
Toda idea procede de una impresión correspondiente. La diferencia entre impresión e idea se basa en la
vivacidad: las impresiones son más intensas, las ideas más débiles y borrosas.
Asociación de ideas
Las ideas no aparecen aisladas, sino que se relacionan en la mente gracias al poder de la imaginación. Aunque
todas proceden en última instancia de la experiencia, la relación entre ellas es independiente de los hechos.
Hume reduce las leyes de asociación a tres:
1. Semejanza: la mente tiende a reproducir ideas semejantes, por ejemplo, un retrato que evoca el original.
2. Contigüidad en espacio o tiempo: ideas experimentadas juntas tienden a aparecer juntas, como una canción
que recuerda a alguien.
3. Causa-efecto: tras observar la contigüidad, sucesión temporal y repetición entre dos hechos, la mente
asocia la idea de causa con la idea de efecto.
Tipos de conocimiento según Hume
Partiendo de la distinción entre impresiones e ideas, Hume diferencia dos tipos de conocimiento:
a) Cuestiones de hecho: conocimiento basado en impresiones derivadas de la experiencia, cuya verdad se
comprueba con la experiencia. Para Hume, una idea es verdadera sólo si procede de una impresión; si no,
es una ficción. Por ello, el conocimiento está limitado a las impresiones, y no existen ideas generales
(esencias platónicas), pues no hay impresiones de ellas. Las ideas generales son en realidad ideas
particulares asociadas a un término que aplicamos a objetos semejantes (por ejemplo, “caballo” evoca la
idea particular de algún caballo conocido, que luego se extiende a otros semejantes).
b) Relaciones entre ideas: razonamientos propios de la geometría, álgebra y aritmética, que no dependen de
existencias reales, sino de operaciones mentales. Por ejemplo, la igualdad 5+5+5 = 30/2 no requiere objetos
físicos para ser verdadera. Este tipo de razonamientos se basa en el principio lógico de no contradicción:
negar una relación de ideas sería caer en un absurdo. Por eso, las relaciones entre ideas son
, demostrativamente ciertas “a priori”, sin necesidad de experiencia, y son independientes de la existencia
real.
Limitaciones del conocimiento y el futuro
Hume centra su análisis en la naturaleza de la evidencia para conocer hechos reales. Según él, nuestro
conocimiento de la realidad está limitado al presente (garantizado por impresiones actuales, lo que vemos,
oímos, etc.) y al pasado (garantizado por recuerdos, es decir, ideas actuales de impresiones pasadas). Sin
embargo, no podemos tener conocimiento de hechos futuros, pues no poseemos impresión alguna de lo que aún
no ha sucedido; por tanto, conocer el futuro es imposible.
METAFÍSICA- ONTOLOGÍA
Metafísica
Hume se opone a la metafísica entendida como un saber que pretende ir más allá de la experiencia, y piensa
que un poco de duda puede reducir el orgullo de los pensadores dogmáticos, es decir, de aquellos racionalistas
que creen en el poder infinito de la razón.
Hume, adoptará un escepticismo moderado: es decir, si lo que conocemos son nuestras percepciones y no las
cosas directamente nada nos asegura racionalmente de la existencia de un mundo exterior, pero resultaría
absurdo y nocivo para la vida negar la existencia del mundo y actuar en consecuencia, por lo que la vida misma
se encarga de eliminar este escepticismo, y la viveza de las impresiones basta para fundar la creencia en un
mundo exterior. Este escepticismo moderado nos cura del dogmatismo de los metafísicos y al hacernos
reconocer las limitaciones de nuestro entendimiento nos impide abordar cuestiones que no tienen su
fundamento en la experiencia, como son las cuestiones metafísicas. La más enrevesada de todas es la que se
refiere al problema de la substancia, ya sea corpórea, espiritual o la sustancia perfecta.
- Crítica a la idea de substancia corpórea: Esta idea sostiene que no podemos conocer la esencia real de los
objetos, sino solo sus apariencias. Desde Aristóteles, la filosofía ha tendido a ver el mundo influida por la
estructura de nuestro lenguaje, que separa sujeto y predicado, reflejando la distinción entre sustancia y
atributos. El racionalismo mantiene esta visión, pero Hume, aplicando el criterio empirista del conocimiento
(según el cual solo podemos conocer lo que proviene de la experiencia), concluye que la idea de sustancia no
tiene fundamento y niega la existencia tanto de sustancias físicas como espirituales.
- Crítica a la idea del yo como substancia espiritual: Hume señala que, cuando observamos nuestra mente,
no encontramos algo fijo y permanente, sino solo una serie de percepciones que van cambiando
constantemente. Con esto, rechaza la idea de Descartes, quien al afirmar “pienso, luego existo”, concluyó que
él mismo era una “substancia pensante”, es decir, un alma.
Según Hume, si nos basamos únicamente en la experiencia, vemos que nuestra mente está compuesta por una
sucesión de ideas y percepciones, sin nada permanente ni simple. Para que la idea del YO como substancia
tuviera sentido, debería haber una impresión estable y continua a lo largo de nuestra vida, pero esto no sucede.
En cambio, cada impresión es reemplazada por otra.
Por ello, Hume concluye que no existe el YO como substancia, es decir, como algo independiente y
permanente. Lo que llamamos “yo” no es más que un conjunto de impresiones cambiantes. La sensación de
identidad que tenemos sobre nosotros mismos no viene de un yo fijo, sino de la memoria, que nos permite
recordar la secuencia de nuestras experiencias.
- Crítica a la idea de dios, la substancia perfecta: Para Hume, solo podemos conocer aquello que percibimos
en el mundo a través de la experiencia. Por esta razón, considera imposible conocer la esencia y existencia de
Dios. Además, rechaza el “argumento ontológico”, que pretende demostrar la existencia de Dios solo a partir
de la idea de Él. Para Hume, esto no es válido porque las “cuestiones de hecho” solo pueden resolverse con la
experiencia, no con el simple análisis de una idea.