Tema 7: La II República
Tras la caída del dictador Primo de Rivera en 1930, el rey nombró al general Berenguer jefe
de estado con el fin de convocar elecciones y establecer el régimen anterior a 1923. Ante
las nuevas elecciones, en agosto de 1930, los partidos no monárquicos firmaron el Pacto de
San Sebastián con el fin de proclamar La República.
Esta Segunda República se terminó proclamando el 14 de abril de 1931 tras las elecciones,
produciendo el exilio del rey Alfonso XIII a Italia y comenzando una etapa de gobierno
provisional liderada por Niceto Alcalá Zamora. Durante este periodo republicano se pueden
distinguir tres etapas: el bienio reformista (1931-1933), el bienio radical-cedista (1933-1935)
y el Frente Popular (1936). Finalmente, La República finalizó el 1 de abril de 1939.
El jefe de estado de la República, Niceto Alcalá Zamora, tras la victoria de los partidos
republicanos en las elecciones constituyentes del 28 de junio de 1931, nombró jefe de
gobierno a Manuel Azaña, de Acción Republicana. Dicho partido fue el responsable de
redactar la nueva constitución española de carácter republicano y progresista, conocida
como la Constitución de 1931.
Esta nueva constitución declaró a España como “una República democrática de
trabajadores de toda clase” además de establecer una soberanía popular. A su vez, los
poderes fueron divididos, ejerciendo Las Cortes el poder legislativo, el Jefe del Gobierno
elegido por el Jefe de Estado el poder ejecutivo y los jueces el poder judicial. Como
novedad también se declaró a España un Estado laico sin religión oficial y, se reconocía la
posibilidad de crear regiones autónomas con la previa aprobación de los estatutos
correspondientes.
Mediante esta constitución también se reconocieron una gran variedad de derechos, entre
ellos, el derecho a la libertad de expresión, el derecho a reunión y el derecho a asociación.
A su vez, se reconoció el derecho electoral a todas aquellas personas mayores de 23 años
sin distinción de sexo, es decir, incluidas las mujeres. Por último, se estableció el derecho a
la Seguridad Social que produjo unas mejores condiciones de vida entre la población.
La primera etapa de la II República es conocida como el Bienio Reformista (1931-1933) ya
que el gobierno trató de dar solución a los graves problemas que acuciaban a España
desde el siglo XIX; la reforma agraria, los problemas del ejército, la situación de la
educación y los problemas con la Iglesia Católica.
En cuanto a la reforma agraria, en 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria con el objetivo
de modernizar la agricultura, poner fin al predominio del latifundio y mejorar las condiciones
de vida de los campesinos más pobres. Mediante la implantación de esta ley se pretendía
poder asentar 60.000 campesinos al año. Sin embargo, la lentitud de esta reforma provocó
fuertes enfrentamientos con los campesinos que ocuparon las tierras en Andalucía para
enfrentarse a las fuerzas de Orden Público. Una de las revoluciones más destacables fue la
de Casas Viejas en enero de 1933 en Cádiz. En conclusión, esta ley fue un fracaso.
Tras la caída del dictador Primo de Rivera en 1930, el rey nombró al general Berenguer jefe
de estado con el fin de convocar elecciones y establecer el régimen anterior a 1923. Ante
las nuevas elecciones, en agosto de 1930, los partidos no monárquicos firmaron el Pacto de
San Sebastián con el fin de proclamar La República.
Esta Segunda República se terminó proclamando el 14 de abril de 1931 tras las elecciones,
produciendo el exilio del rey Alfonso XIII a Italia y comenzando una etapa de gobierno
provisional liderada por Niceto Alcalá Zamora. Durante este periodo republicano se pueden
distinguir tres etapas: el bienio reformista (1931-1933), el bienio radical-cedista (1933-1935)
y el Frente Popular (1936). Finalmente, La República finalizó el 1 de abril de 1939.
El jefe de estado de la República, Niceto Alcalá Zamora, tras la victoria de los partidos
republicanos en las elecciones constituyentes del 28 de junio de 1931, nombró jefe de
gobierno a Manuel Azaña, de Acción Republicana. Dicho partido fue el responsable de
redactar la nueva constitución española de carácter republicano y progresista, conocida
como la Constitución de 1931.
Esta nueva constitución declaró a España como “una República democrática de
trabajadores de toda clase” además de establecer una soberanía popular. A su vez, los
poderes fueron divididos, ejerciendo Las Cortes el poder legislativo, el Jefe del Gobierno
elegido por el Jefe de Estado el poder ejecutivo y los jueces el poder judicial. Como
novedad también se declaró a España un Estado laico sin religión oficial y, se reconocía la
posibilidad de crear regiones autónomas con la previa aprobación de los estatutos
correspondientes.
Mediante esta constitución también se reconocieron una gran variedad de derechos, entre
ellos, el derecho a la libertad de expresión, el derecho a reunión y el derecho a asociación.
A su vez, se reconoció el derecho electoral a todas aquellas personas mayores de 23 años
sin distinción de sexo, es decir, incluidas las mujeres. Por último, se estableció el derecho a
la Seguridad Social que produjo unas mejores condiciones de vida entre la población.
La primera etapa de la II República es conocida como el Bienio Reformista (1931-1933) ya
que el gobierno trató de dar solución a los graves problemas que acuciaban a España
desde el siglo XIX; la reforma agraria, los problemas del ejército, la situación de la
educación y los problemas con la Iglesia Católica.
En cuanto a la reforma agraria, en 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria con el objetivo
de modernizar la agricultura, poner fin al predominio del latifundio y mejorar las condiciones
de vida de los campesinos más pobres. Mediante la implantación de esta ley se pretendía
poder asentar 60.000 campesinos al año. Sin embargo, la lentitud de esta reforma provocó
fuertes enfrentamientos con los campesinos que ocuparon las tierras en Andalucía para
enfrentarse a las fuerzas de Orden Público. Una de las revoluciones más destacables fue la
de Casas Viejas en enero de 1933 en Cádiz. En conclusión, esta ley fue un fracaso.
