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TEMA 3: NOVECENTISMO Y VANGUARDIAS
Este tema se refiere a una serie de movimientos culturales que tienen como principal objetivo romper con
todas las estéticas anteriores. Se desarrollan durante las primeras décadas del siglo XX, un periodo muy
convulso marcado por la Segunda Guerra Mundial, que en España coincide además con las revueltas
sociales que desembocarían en la Segunda República. Aunque novecentismo y vanguardias tienen rasgos
comunes, la reacción y ruptura de las vanguardias en el mundo del arte es más radical.
El nombre “vanguardias” designa las inquietudes artísticas de la “avanzadilla” cultural europea. Estaba
formado por un gran número de movimientos, bastante efímeros, que compartían el deseo de crear un arte
radicalmente distinto que rompiese con el realismo. Hay una experimentación de nuevas técnicas
expresivas, cayendo en la provocación, lo que produce que se alejen del gran público. Es un arte
intelectual que suele despreciar las emociones, dirigido a aquellos capaces de comprenderlo. Otra
característica es el deseo de reflejar el espíritu de su tiempo: las máquinas, el progreso, la diversión; pero
también los aspectos más negativos.
La nómina de vanguardias europeas es muy numerosa. De entre ellas destaca el futurismo, que ensalzaba
el antirromanticismo y la civilización mecánica y técnica; el cubismo, que propone la descomposición de la
realidad (caligramas de Apollinaire); el dadaísmo, que rompe con la coherencia del discurso, llegando a la
expresión absurda; el expresionismo, que reproduce los aspectos más grotescos o absurdos de la realidad.
En España, los movimientos vanguardistas se difundieron rápidamente gracias a las tertulias y revistas.
Hay una primera fase, optimista y marcada por la deshumanización del arte, en la que triunfan el ultraísmo
y el creacionismo; después se pasa a una rehumanización, marcada por el surrealismo. Los ismos más
importantes en España fueron:
Surrealismo. Vino de Francia de la mano de André Bretón. Supuso la vuelta a la expresión de contenidos
humanos, en este caso oníricos y del subconsciente, pues quería bucear más allá de la lógica para liberar
los impulsos reprimidos por la razón. En una obra surrealista se mezclan objetos y sentimientos que la
razón mantiene separados, pues no se dirige a la comprensión racional, sino a producir emociones. Por eso
se empleaba la escritura automática, hecha sin reflexión, o el “collage”, que une palabras al azar.
Ultraísmo. Intentaba resumir en él mismo todas las vanguardias, mediante la ruptura del discurso lógico y
la introducción de innovaciones tipográficas.
Creacionismo. Propugnado por Vicente Huidobro, usa procedimientos similares, con la idea de que "el arte
no imite ni traduzca la realidad”, sino crear una nueva.
Es imposible entender las vanguardias en España sin hablar de Ramón Gómez de la Serna. Además de
escribir peculiares novelas (El caballero del hongo gris), obras teatrales (La Utopía), y ensayos, destaca
por sus greguerías, piezas breves que él mismo definió como una mezcla de humor más metáfora.
Muestran perspectivas inéditas de la realidad, buscando la sorpresa y acercándose al absurdo.
El novecentismo, o Generación del 14, designa a un grupo de intelectuales, con una sólida preparación
universitaria, ideología liberal y europeísta, influidos por el general ambiente de deshumanización tras la
Primera Guerra Mundial. El término “novecentismo” expresa su deseo de subrayar la modernidad del arte
y la literatura, pues rompe con todos los movimientos anteriores. Buscan un “arte puro” y elitista, dirigido a
la inteligencia, cuyo único objetivo sea el placer estético. En el estilo, es fundamental la preocupación por
el lenguaje mediante la depuración y la pulcritud formal. En poesía, huyen del sentimentalismo romántico
y adornos modernistas. En novela, desprecian el realismo, ya que no debe confundirse el arte con la vida:
el argumento no es fundamental, sino los valores artísticos de la novela.
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TEMA 3: NOVECENTISMO Y VANGUARDIAS
Este tema se refiere a una serie de movimientos culturales que tienen como principal objetivo romper con
todas las estéticas anteriores. Se desarrollan durante las primeras décadas del siglo XX, un periodo muy
convulso marcado por la Segunda Guerra Mundial, que en España coincide además con las revueltas
sociales que desembocarían en la Segunda República. Aunque novecentismo y vanguardias tienen rasgos
comunes, la reacción y ruptura de las vanguardias en el mundo del arte es más radical.
El nombre “vanguardias” designa las inquietudes artísticas de la “avanzadilla” cultural europea. Estaba
formado por un gran número de movimientos, bastante efímeros, que compartían el deseo de crear un arte
radicalmente distinto que rompiese con el realismo. Hay una experimentación de nuevas técnicas
expresivas, cayendo en la provocación, lo que produce que se alejen del gran público. Es un arte
intelectual que suele despreciar las emociones, dirigido a aquellos capaces de comprenderlo. Otra
característica es el deseo de reflejar el espíritu de su tiempo: las máquinas, el progreso, la diversión; pero
también los aspectos más negativos.
La nómina de vanguardias europeas es muy numerosa. De entre ellas destaca el futurismo, que ensalzaba
el antirromanticismo y la civilización mecánica y técnica; el cubismo, que propone la descomposición de la
realidad (caligramas de Apollinaire); el dadaísmo, que rompe con la coherencia del discurso, llegando a la
expresión absurda; el expresionismo, que reproduce los aspectos más grotescos o absurdos de la realidad.
En España, los movimientos vanguardistas se difundieron rápidamente gracias a las tertulias y revistas.
Hay una primera fase, optimista y marcada por la deshumanización del arte, en la que triunfan el ultraísmo
y el creacionismo; después se pasa a una rehumanización, marcada por el surrealismo. Los ismos más
importantes en España fueron:
Surrealismo. Vino de Francia de la mano de André Bretón. Supuso la vuelta a la expresión de contenidos
humanos, en este caso oníricos y del subconsciente, pues quería bucear más allá de la lógica para liberar
los impulsos reprimidos por la razón. En una obra surrealista se mezclan objetos y sentimientos que la
razón mantiene separados, pues no se dirige a la comprensión racional, sino a producir emociones. Por eso
se empleaba la escritura automática, hecha sin reflexión, o el “collage”, que une palabras al azar.
Ultraísmo. Intentaba resumir en él mismo todas las vanguardias, mediante la ruptura del discurso lógico y
la introducción de innovaciones tipográficas.
Creacionismo. Propugnado por Vicente Huidobro, usa procedimientos similares, con la idea de que "el arte
no imite ni traduzca la realidad”, sino crear una nueva.
Es imposible entender las vanguardias en España sin hablar de Ramón Gómez de la Serna. Además de
escribir peculiares novelas (El caballero del hongo gris), obras teatrales (La Utopía), y ensayos, destaca
por sus greguerías, piezas breves que él mismo definió como una mezcla de humor más metáfora.
Muestran perspectivas inéditas de la realidad, buscando la sorpresa y acercándose al absurdo.
El novecentismo, o Generación del 14, designa a un grupo de intelectuales, con una sólida preparación
universitaria, ideología liberal y europeísta, influidos por el general ambiente de deshumanización tras la
Primera Guerra Mundial. El término “novecentismo” expresa su deseo de subrayar la modernidad del arte
y la literatura, pues rompe con todos los movimientos anteriores. Buscan un “arte puro” y elitista, dirigido a
la inteligencia, cuyo único objetivo sea el placer estético. En el estilo, es fundamental la preocupación por
el lenguaje mediante la depuración y la pulcritud formal. En poesía, huyen del sentimentalismo romántico
y adornos modernistas. En novela, desprecian el realismo, ya que no debe confundirse el arte con la vida:
el argumento no es fundamental, sino los valores artísticos de la novela.
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