TEATRO POSTERIOR A 1936
Años 40: la situación del teatro en España está condicionada por el asesinato de
Federico García Lorca, la muerte de Valle-Inclán y la de Unamuno, la marcha al
exilio de Grau, Alberti, Max Aub o Casona, que dejaron a los nuevos autores
desprovistos de figuras de referencia. Además, debido a la censura franquista, se
hace imposible la aparición de un teatro que refleje con fidelidad la realidad del
país. La comedia burguesa fue un teatro amable e intrascendente, dirigido al
público burgués, y que toma como referente las obras de Benavente. Sus
principales representantes son el propio Benavente, Juan Ignacio Luca de Tena,
Joaquín Calvo Sotelo, José López Rubio, Víctor Ruiz Iriarte, Edgar Neville. Es un
teatro estéticamente convencional e ideológicamente conservador, que pretende
entretener al espectador y en el que apenas se menciona la Guerra Civil. El tema
principal es la búsqueda de la felicidad. La comedia del disparate se basa en el
humor absurdo, de raíz vanguardista, ajeno a la realidad de la época y cuyos
principales dramaturgos son Enrique Jardiel Poncela (“Eloísa está debajo de un
almendro”) y Miguel Mihura (“Tres sombreros de copa”).
Teatro en el exilio: Rafael Alberti escribió “El adefesio” y “Noche de guerra en
el Museo del Prado”. El primero es una tragedia con elementos esperpénticos y
simbólicos, mientras que el segundo es un drama y un claro ejemplo del teatro
político. Durante la República, el dramaturgo asturiano Alejandro Casona dirigió
el Teatro del Pueblo, compañía que tenía el propósito de difundir el teatro clásico
por España. En el exilio escribió “Prohibido suicidarse en primavera” (1937) y “La
dama del alba” (1944), entre otros. Su teatro, cargado de poesía y misterio,
presenta los siguientes rasgos: conflicto entre deseo y realidad y la presencia de
personajes alegóricos. Max Aub escribió en el exilio sus principales obras
dramáticas, entre las que destaca la tragedia “San Juan” (1943). La obra
transcurre durante poco más de un día, en un carguero en el que viajan judíos
que huyen de los nazis en busca de un puerto donde desembarcar, pero no
reciben autorización en ningún lado y acaba naufragando. La obra critica la
política y sociedad europeas.
Años 50: el dramaturgo más destacado de la segunda mitad del siglo XX es
Antonio Buero Vallejo (Premio Cervantes en 1986). Su teatro pretende que el
espectador tome conciencia de la trágica condición del ser humano, presente en
una realidad presidida por el dolor y la incertidumbre. Sus estrategias teatrales
fueron el uso de personajes históricos que fracasan al intentar conseguir una
sociedad más justa y libre, la presencia de elementos simbólicos y los efectos de
inmersión, que sitúan al espectador en la conciencia del personaje. El madrileño
Alfonso Sastre escribió “Escuadra hacia la muerte” (1953). La obra, influenciada
por el pensamiento existencialista y prohibida por la censura tras tres
representaciones, puede extenderse como una tragedia antibelicista o como una
reflexión sobre el peso de la libertad y de los propios actos. A finales de los 50
Años 40: la situación del teatro en España está condicionada por el asesinato de
Federico García Lorca, la muerte de Valle-Inclán y la de Unamuno, la marcha al
exilio de Grau, Alberti, Max Aub o Casona, que dejaron a los nuevos autores
desprovistos de figuras de referencia. Además, debido a la censura franquista, se
hace imposible la aparición de un teatro que refleje con fidelidad la realidad del
país. La comedia burguesa fue un teatro amable e intrascendente, dirigido al
público burgués, y que toma como referente las obras de Benavente. Sus
principales representantes son el propio Benavente, Juan Ignacio Luca de Tena,
Joaquín Calvo Sotelo, José López Rubio, Víctor Ruiz Iriarte, Edgar Neville. Es un
teatro estéticamente convencional e ideológicamente conservador, que pretende
entretener al espectador y en el que apenas se menciona la Guerra Civil. El tema
principal es la búsqueda de la felicidad. La comedia del disparate se basa en el
humor absurdo, de raíz vanguardista, ajeno a la realidad de la época y cuyos
principales dramaturgos son Enrique Jardiel Poncela (“Eloísa está debajo de un
almendro”) y Miguel Mihura (“Tres sombreros de copa”).
Teatro en el exilio: Rafael Alberti escribió “El adefesio” y “Noche de guerra en
el Museo del Prado”. El primero es una tragedia con elementos esperpénticos y
simbólicos, mientras que el segundo es un drama y un claro ejemplo del teatro
político. Durante la República, el dramaturgo asturiano Alejandro Casona dirigió
el Teatro del Pueblo, compañía que tenía el propósito de difundir el teatro clásico
por España. En el exilio escribió “Prohibido suicidarse en primavera” (1937) y “La
dama del alba” (1944), entre otros. Su teatro, cargado de poesía y misterio,
presenta los siguientes rasgos: conflicto entre deseo y realidad y la presencia de
personajes alegóricos. Max Aub escribió en el exilio sus principales obras
dramáticas, entre las que destaca la tragedia “San Juan” (1943). La obra
transcurre durante poco más de un día, en un carguero en el que viajan judíos
que huyen de los nazis en busca de un puerto donde desembarcar, pero no
reciben autorización en ningún lado y acaba naufragando. La obra critica la
política y sociedad europeas.
Años 50: el dramaturgo más destacado de la segunda mitad del siglo XX es
Antonio Buero Vallejo (Premio Cervantes en 1986). Su teatro pretende que el
espectador tome conciencia de la trágica condición del ser humano, presente en
una realidad presidida por el dolor y la incertidumbre. Sus estrategias teatrales
fueron el uso de personajes históricos que fracasan al intentar conseguir una
sociedad más justa y libre, la presencia de elementos simbólicos y los efectos de
inmersión, que sitúan al espectador en la conciencia del personaje. El madrileño
Alfonso Sastre escribió “Escuadra hacia la muerte” (1953). La obra, influenciada
por el pensamiento existencialista y prohibida por la censura tras tres
representaciones, puede extenderse como una tragedia antibelicista o como una
reflexión sobre el peso de la libertad y de los propios actos. A finales de los 50
