TEMA 10.1 LA GUERRA CIVIL
La Guerra Civil española enfrentó dos formas distintas de vivir en el país. Por un lado, se
veía al poder de la República como la expresión de un proyecto moderno, democrático y
reformista; por el otro, los sublevados defendían un modelo basado en tradiciones, la
defensa de privilegios históricos y la reestructuración autoritaria del Estado. Este conflicto
no solo dividió políticamente a la sociedad, sino que también transformó las pautas políticas,
económicas y sociales en los territorios controlados por el bando victorioso.
Según algunos historiadores, la Guerra Civil fue la culminación de un largo enfrentamiento
interno en España, una lucha entre el liberalismo y el Antiguo Régimen que se remontaría al
siglo XIX, pasando por las guerras carlistas y la crisis de la Restauración, hasta llegar a la
difícil convivencia durante la Segunda República. Hay diferentes interpretaciones de sus
causas: unos sostienen que fueron principalmente internas, reflejo de la incapacidad de la
sociedad española para resolver sus diferencias de manera pacífica; otros argumentan que
fue un fenómeno influido por el contexto europeo, marcado por el ascenso del fascismo, el
comunismo y las crisis económicas, que impuso una dinámica exterior en el país. También,
se debate sobre si los factores estructurales (desequilibrios socioeconómicos, el conflicto
religioso, la cuestión territorial y la reforma agraria) o los coyunturales (descontento militar,
crisis de 1929 y tensiones internacionales) tuvieron mayor peso en el estallido del conflicto.
El desencadenamiento de la guerra se produjo tras la victoria electoral del Frente Popular
en febrero de 1936, lo que incrementó la inestabilidad social y política. Temiendo un avance
de las reformas izquierdistas y la radicalización, sectores del ejército comenzaron a
conspirar. Líderes como el general Mola organizaron un golpe de estado para establecer un
directorio militar destinado a frenar lo que consideraban los excesos del gobierno. Tras una
serie de asesinatos políticos y maniobras internas, el 17 de julio de 1936 estalló el
levantamiento en diferentes puntos del país. El territorio republicano, que incluía grandes
ciudades y la industria, se enfrentaba a un bando sublevado que contaba con el Ejército de
África, mejor preparado y con acceso a recursos estratégicos.
La guerra se divide en varias fases. En la primera, los sublevados intentaron la rápida
conquista de Madrid, lo que llevó a intensos combates, bombardeos y represión en ambos
bandos. La segunda fase se caracterizó por la campaña del norte, donde el bombardeo de
Guernica y la toma de territorios estratégicos dejaron importantes consecuencias para la
República, que perdió recursos industriales y mineros clave. La tercera fase se centró en la
brutal Batalla del Ebro (1938), una lucha de desgaste que culminó en enormes pérdidas
humanas y desgastó definitivamente la resistencia republicana. Finalmente, entre
noviembre de 1938 y marzo de 1939, la descomposición interna y el colapso del orden
republicano llevaron a la rendición, con la entrada de las tropas franquistas en Madrid el 28
de marzo y el fin oficial del conflicto el 1 de abril de 1939.
La Guerra Civil dejó consecuencias profundas: el establecimiento de una dictadura
autoritaria bajo Franco que transformó radicalmente la sociedad española, marcando el
inicio de un régimen que reconfiguró la política, la economía y la cultura del país durante
décadas.
La Guerra Civil española enfrentó dos formas distintas de vivir en el país. Por un lado, se
veía al poder de la República como la expresión de un proyecto moderno, democrático y
reformista; por el otro, los sublevados defendían un modelo basado en tradiciones, la
defensa de privilegios históricos y la reestructuración autoritaria del Estado. Este conflicto
no solo dividió políticamente a la sociedad, sino que también transformó las pautas políticas,
económicas y sociales en los territorios controlados por el bando victorioso.
Según algunos historiadores, la Guerra Civil fue la culminación de un largo enfrentamiento
interno en España, una lucha entre el liberalismo y el Antiguo Régimen que se remontaría al
siglo XIX, pasando por las guerras carlistas y la crisis de la Restauración, hasta llegar a la
difícil convivencia durante la Segunda República. Hay diferentes interpretaciones de sus
causas: unos sostienen que fueron principalmente internas, reflejo de la incapacidad de la
sociedad española para resolver sus diferencias de manera pacífica; otros argumentan que
fue un fenómeno influido por el contexto europeo, marcado por el ascenso del fascismo, el
comunismo y las crisis económicas, que impuso una dinámica exterior en el país. También,
se debate sobre si los factores estructurales (desequilibrios socioeconómicos, el conflicto
religioso, la cuestión territorial y la reforma agraria) o los coyunturales (descontento militar,
crisis de 1929 y tensiones internacionales) tuvieron mayor peso en el estallido del conflicto.
El desencadenamiento de la guerra se produjo tras la victoria electoral del Frente Popular
en febrero de 1936, lo que incrementó la inestabilidad social y política. Temiendo un avance
de las reformas izquierdistas y la radicalización, sectores del ejército comenzaron a
conspirar. Líderes como el general Mola organizaron un golpe de estado para establecer un
directorio militar destinado a frenar lo que consideraban los excesos del gobierno. Tras una
serie de asesinatos políticos y maniobras internas, el 17 de julio de 1936 estalló el
levantamiento en diferentes puntos del país. El territorio republicano, que incluía grandes
ciudades y la industria, se enfrentaba a un bando sublevado que contaba con el Ejército de
África, mejor preparado y con acceso a recursos estratégicos.
La guerra se divide en varias fases. En la primera, los sublevados intentaron la rápida
conquista de Madrid, lo que llevó a intensos combates, bombardeos y represión en ambos
bandos. La segunda fase se caracterizó por la campaña del norte, donde el bombardeo de
Guernica y la toma de territorios estratégicos dejaron importantes consecuencias para la
República, que perdió recursos industriales y mineros clave. La tercera fase se centró en la
brutal Batalla del Ebro (1938), una lucha de desgaste que culminó en enormes pérdidas
humanas y desgastó definitivamente la resistencia republicana. Finalmente, entre
noviembre de 1938 y marzo de 1939, la descomposición interna y el colapso del orden
republicano llevaron a la rendición, con la entrada de las tropas franquistas en Madrid el 28
de marzo y el fin oficial del conflicto el 1 de abril de 1939.
La Guerra Civil dejó consecuencias profundas: el establecimiento de una dictadura
autoritaria bajo Franco que transformó radicalmente la sociedad española, marcando el
inicio de un régimen que reconfiguró la política, la economía y la cultura del país durante
décadas.