TEMA 8: LA GUERRA CIVIL
La Guerra Civil Española (1936-1939) fue un conflicto bélico que marcó profundamente la historia
contemporánea de España. Se originó a partir de una sublevación militar contra la Segunda República,
organizada principalmente por el general Mola y con el liderazgo inicial del general Sanjurjo. La chispa que
encendió el conflicto fue el asesinato de José Calvo Sotelo, utilizado como pretexto por los sublevados. El
alzamiento comenzó el 17 de julio de 1936 en las ciudades norteafricanas de Melilla, Ceuta y Tetuán, donde las
tropas africanas bajo el mando del general Francisco Franco se sumaron a la revuelta. A pesar de su rápida
expansión por la península, el golpe de Estado fracasó, desembocando en una guerra civil.
Las causas del conflicto fueron múltiples y complejas. Los grupos sociales conservadores se oponían
fuertemente al Estado laico y a las reformas económicas promovidas por la República. Por otro lado, el ejército
mostraba un creciente descontento ante las reformas militares y la percepción de que los gobiernos izquierdistas
atentaban contra los valores tradicionales de España. La sociedad estaba profundamente polarizada, con
tensiones entre campesinos y grandes propietarios, así como entre obreros y la burguesía industrial. A nivel
internacional, el clima estaba marcado por la inminente confrontación entre los regímenes fascistas de Alemania
e Italia y el comunismo soviético, lo que añadió un componente geopolítico al conflicto.
Los bandos enfrentados fueron claramente diferenciados. El bando sublevado, compuesto por militares
golpistas, contó con el respaldo de la derecha, la aristocracia, la alta burguesía y la Iglesia, estableciendo una
dictadura militar y proclamándose defensores de la "patria", autodenominándose "nacionales". Estuvieron
liderados por Sanjurjo, Mola y Franco, y consolidaron su poder mediante la creación del partido único
FET-JONS, acompañada de una violenta represión.
El bando republicano, por otro lado, incluía a militares leales a la República y milicias populares, con el apoyo de
fuerzas de izquierda, centro y nacionalistas, así como de comunistas y anarquistas. No obstante, presentaban
una gran división interna entre quienes defendían la legitimidad de la Segunda República y aquellos que
buscaban una revolución proletaria. Destacaron figuras como Largo Caballero y Negrín, pero sufrieron
problemas como el desabastecimiento de armas y alimentos y la represión contra elementos de derecha y
religiosos.
El desarrollo de la guerra pasó por distintas fases. Desde julio de 1936 hasta marzo de 1937, los sublevados
avanzaron rápidamente, aunque fracasaron en su intento de conquistar Madrid. Entre abril de 1937 y noviembre
de 1938, tomaron la franja cantábrica y dividieron las zonas republicanas. Fue durante este periodo cuando se
produjo el bombardeo de Guernica en abril de 1937, llevado a cabo por la Legión Cóndor alemana en apoyo a
los sublevados, un ensayo brutal de bombardeo sobre población civil que destruyó la ciudad y causó la muerte
de numerosos inocentes. En julio de 1938 tuvo lugar la Batalla del Ebro, la más importante de la guerra, en la
que el ejército republicano, tras una ofensiva desesperada, terminó sufriendo una dura derrota que abrió el
camino para la conquista de Cataluña y, finalmente, de Madrid entre diciembre de 1938 y marzo de 1939. La
guerra concluyó oficialmente el 1 de abril de 1939.
El conflicto tuvo una marcada dimensión internacional. Fue visto como un preludio a la Segunda Guerra Mundial,
con un claro choque ideológico entre fascismo y comunismo. El bando sublevado recibió apoyo decisivo de la
Alemania nazi de Hitler —con la participación directa de la Legión Cóndor y el envío de armas, soldados y
dinero—, así como de la Italia fascista de Mussolini, que aportó unos 70.000 soldados. También contaron con el
respaldo logístico del Estado Novo portugués y el apoyo propagandístico de la alta jerarquía eclesiástica.
El bando republicano, en cambio, recibió ayuda militar de la Unión Soviética de Stalin, que envió armas y
consejeros a cambio de las reservas de oro del Banco de España, y de México, liderado por Lázaro Cárdenas,
que proporcionó armas y alimentos. Además, participaron las Brigadas Internacionales, compuestas por unos
35.000 voluntarios de 54 países, destacando los brigadistas franceses, organizados por la III Internacional
comunista.
A pesar de los intentos de internacionalizar el conflicto, las democracias occidentales, como Gran Bretaña y
Francia, optaron por una política de no intervención, creando el Comité de No Intervención en 1936. Sin
embargo, este organismo resultó ineficaz, ya que tanto Alemania e Italia como la URSS continuaron brindando
apoyo militar a sus respectivos aliados.
La Guerra Civil Española (1936-1939) fue un conflicto bélico que marcó profundamente la historia
contemporánea de España. Se originó a partir de una sublevación militar contra la Segunda República,
organizada principalmente por el general Mola y con el liderazgo inicial del general Sanjurjo. La chispa que
encendió el conflicto fue el asesinato de José Calvo Sotelo, utilizado como pretexto por los sublevados. El
alzamiento comenzó el 17 de julio de 1936 en las ciudades norteafricanas de Melilla, Ceuta y Tetuán, donde las
tropas africanas bajo el mando del general Francisco Franco se sumaron a la revuelta. A pesar de su rápida
expansión por la península, el golpe de Estado fracasó, desembocando en una guerra civil.
Las causas del conflicto fueron múltiples y complejas. Los grupos sociales conservadores se oponían
fuertemente al Estado laico y a las reformas económicas promovidas por la República. Por otro lado, el ejército
mostraba un creciente descontento ante las reformas militares y la percepción de que los gobiernos izquierdistas
atentaban contra los valores tradicionales de España. La sociedad estaba profundamente polarizada, con
tensiones entre campesinos y grandes propietarios, así como entre obreros y la burguesía industrial. A nivel
internacional, el clima estaba marcado por la inminente confrontación entre los regímenes fascistas de Alemania
e Italia y el comunismo soviético, lo que añadió un componente geopolítico al conflicto.
Los bandos enfrentados fueron claramente diferenciados. El bando sublevado, compuesto por militares
golpistas, contó con el respaldo de la derecha, la aristocracia, la alta burguesía y la Iglesia, estableciendo una
dictadura militar y proclamándose defensores de la "patria", autodenominándose "nacionales". Estuvieron
liderados por Sanjurjo, Mola y Franco, y consolidaron su poder mediante la creación del partido único
FET-JONS, acompañada de una violenta represión.
El bando republicano, por otro lado, incluía a militares leales a la República y milicias populares, con el apoyo de
fuerzas de izquierda, centro y nacionalistas, así como de comunistas y anarquistas. No obstante, presentaban
una gran división interna entre quienes defendían la legitimidad de la Segunda República y aquellos que
buscaban una revolución proletaria. Destacaron figuras como Largo Caballero y Negrín, pero sufrieron
problemas como el desabastecimiento de armas y alimentos y la represión contra elementos de derecha y
religiosos.
El desarrollo de la guerra pasó por distintas fases. Desde julio de 1936 hasta marzo de 1937, los sublevados
avanzaron rápidamente, aunque fracasaron en su intento de conquistar Madrid. Entre abril de 1937 y noviembre
de 1938, tomaron la franja cantábrica y dividieron las zonas republicanas. Fue durante este periodo cuando se
produjo el bombardeo de Guernica en abril de 1937, llevado a cabo por la Legión Cóndor alemana en apoyo a
los sublevados, un ensayo brutal de bombardeo sobre población civil que destruyó la ciudad y causó la muerte
de numerosos inocentes. En julio de 1938 tuvo lugar la Batalla del Ebro, la más importante de la guerra, en la
que el ejército republicano, tras una ofensiva desesperada, terminó sufriendo una dura derrota que abrió el
camino para la conquista de Cataluña y, finalmente, de Madrid entre diciembre de 1938 y marzo de 1939. La
guerra concluyó oficialmente el 1 de abril de 1939.
El conflicto tuvo una marcada dimensión internacional. Fue visto como un preludio a la Segunda Guerra Mundial,
con un claro choque ideológico entre fascismo y comunismo. El bando sublevado recibió apoyo decisivo de la
Alemania nazi de Hitler —con la participación directa de la Legión Cóndor y el envío de armas, soldados y
dinero—, así como de la Italia fascista de Mussolini, que aportó unos 70.000 soldados. También contaron con el
respaldo logístico del Estado Novo portugués y el apoyo propagandístico de la alta jerarquía eclesiástica.
El bando republicano, en cambio, recibió ayuda militar de la Unión Soviética de Stalin, que envió armas y
consejeros a cambio de las reservas de oro del Banco de España, y de México, liderado por Lázaro Cárdenas,
que proporcionó armas y alimentos. Además, participaron las Brigadas Internacionales, compuestas por unos
35.000 voluntarios de 54 países, destacando los brigadistas franceses, organizados por la III Internacional
comunista.
A pesar de los intentos de internacionalizar el conflicto, las democracias occidentales, como Gran Bretaña y
Francia, optaron por una política de no intervención, creando el Comité de No Intervención en 1936. Sin
embargo, este organismo resultó ineficaz, ya que tanto Alemania e Italia como la URSS continuaron brindando
apoyo militar a sus respectivos aliados.