FONETICA ARTICULATORIA
La fonética articulatoria estudia cómo los órganos del habla, como los labios, lengua, paladar y laringe,
producen los sonidos del habla. Su objetivo incluye catalogar los sonidos, entender su producción
mediante la respiración y los articuladores, y analizar variaciones en dialectos, esenciales para
comprender la diversidad lingüística. También es útil en la enseñanza de idiomas, al mejorar la
pronunciación, y en tecnologías como el reconocimiento de voz o la síntesis de voz. Además, ayuda a
diagnosticar y tratar trastornos del habla.
Se enfoca específicamente en la producción de sonidos, mientras que la fonética general también
abarca su transmisión y percepción. Ambas se complementan al estudiar el sonido en su totalidad. Las
variaciones en acentos y dialectos, como la aspiración de la /s/ final en el español andaluz frente a su
pronunciación clara en el español mexicano, son ejemplos de cómo se utilizan los órganos del habla de
manera diferente.
También es esencial para una comunicación efectiva, la enseñanza, la preservación de lenguas en
peligro y el análisis del lenguaje. Se diferencia de la fonología en que esta última estudia cómo los
sonidos funcionan dentro de un sistema lingüístico, mientras que la fonética se centra en su producción
y características físicas. Ambas disciplinas son fundamentales para entender el lenguaje.
En este contexto, la clasificación articulatoria de los sonidos del lenguaje se basa en el funcionamiento
de las cuerdas vocales, la acción del velo del paladar, el modo de articulación y el lugar donde se
produce la articulación. Las cuerdas vocales, compuestas por pliegues verdaderos y falsos, son
responsables de la producción de sonidos sonoros mediante su vibración, mientras que los sonidos
sordos no implican esta vibración.
El velo del paladar actúa como barrera entre la nasofaringe y la orofaringe, controlando si el aire pasa
por la cavidad nasal o bucal. Cuando está elevado, produce sonidos orales; cuando está descendido,
genera sonidos nasales. Este mecanismo es esencial tanto para el habla como para la deglución eficaz.
De manera relacionada, el modo de articulación describe cómo los órganos articulatorios obstruyen o
configuran la salida del aire. Las vocales se dividen en abiertas y cerradas según la posición de la
lengua, mientras que las consonantes pueden ser obstruyentes (oclusivas, fricativas, africadas) o
sonantes (nasales, líquidas, aproximantes). Cada tipo de sonido depende del flujo de aire y la
interacción de los órganos vocales.
Por otro lado, el punto de articulación identifica el lugar del tracto vocal donde ocurre la articulación.
Las vocales se clasifican en anteriores, medias y posteriores según la posición de la lengua, mientras
que las consonantes incluyen bilabiales, labiodentales, dentales, interdentales, alveolares, palatales,
velares, uvulares, faríngeas, laríngeas y glotales, dependiendo de los órganos implicados y su posición.
Esta clasificación nos permite entender cómo se producen los sonidos del lenguaje y cómo interactúan
diferentes estructuras para generar la diversidad fonética del habla.
Asimismo, el sonido articulatorio se genera por la transformación del aire proveniente de los órganos
del aparato fonador. Este proceso comienza en las cuerdas vocales, ubicadas en la laringe, donde el aire
expulsado de los pulmones pasa a través de ellas, produciendo un sonido básico. Según la tensión y
apertura de las cuerdas vocales, este sonido puede ser modificado en tono y volumen.
La fonética articulatoria estudia cómo los órganos del habla, como los labios, lengua, paladar y laringe,
producen los sonidos del habla. Su objetivo incluye catalogar los sonidos, entender su producción
mediante la respiración y los articuladores, y analizar variaciones en dialectos, esenciales para
comprender la diversidad lingüística. También es útil en la enseñanza de idiomas, al mejorar la
pronunciación, y en tecnologías como el reconocimiento de voz o la síntesis de voz. Además, ayuda a
diagnosticar y tratar trastornos del habla.
Se enfoca específicamente en la producción de sonidos, mientras que la fonética general también
abarca su transmisión y percepción. Ambas se complementan al estudiar el sonido en su totalidad. Las
variaciones en acentos y dialectos, como la aspiración de la /s/ final en el español andaluz frente a su
pronunciación clara en el español mexicano, son ejemplos de cómo se utilizan los órganos del habla de
manera diferente.
También es esencial para una comunicación efectiva, la enseñanza, la preservación de lenguas en
peligro y el análisis del lenguaje. Se diferencia de la fonología en que esta última estudia cómo los
sonidos funcionan dentro de un sistema lingüístico, mientras que la fonética se centra en su producción
y características físicas. Ambas disciplinas son fundamentales para entender el lenguaje.
En este contexto, la clasificación articulatoria de los sonidos del lenguaje se basa en el funcionamiento
de las cuerdas vocales, la acción del velo del paladar, el modo de articulación y el lugar donde se
produce la articulación. Las cuerdas vocales, compuestas por pliegues verdaderos y falsos, son
responsables de la producción de sonidos sonoros mediante su vibración, mientras que los sonidos
sordos no implican esta vibración.
El velo del paladar actúa como barrera entre la nasofaringe y la orofaringe, controlando si el aire pasa
por la cavidad nasal o bucal. Cuando está elevado, produce sonidos orales; cuando está descendido,
genera sonidos nasales. Este mecanismo es esencial tanto para el habla como para la deglución eficaz.
De manera relacionada, el modo de articulación describe cómo los órganos articulatorios obstruyen o
configuran la salida del aire. Las vocales se dividen en abiertas y cerradas según la posición de la
lengua, mientras que las consonantes pueden ser obstruyentes (oclusivas, fricativas, africadas) o
sonantes (nasales, líquidas, aproximantes). Cada tipo de sonido depende del flujo de aire y la
interacción de los órganos vocales.
Por otro lado, el punto de articulación identifica el lugar del tracto vocal donde ocurre la articulación.
Las vocales se clasifican en anteriores, medias y posteriores según la posición de la lengua, mientras
que las consonantes incluyen bilabiales, labiodentales, dentales, interdentales, alveolares, palatales,
velares, uvulares, faríngeas, laríngeas y glotales, dependiendo de los órganos implicados y su posición.
Esta clasificación nos permite entender cómo se producen los sonidos del lenguaje y cómo interactúan
diferentes estructuras para generar la diversidad fonética del habla.
Asimismo, el sonido articulatorio se genera por la transformación del aire proveniente de los órganos
del aparato fonador. Este proceso comienza en las cuerdas vocales, ubicadas en la laringe, donde el aire
expulsado de los pulmones pasa a través de ellas, produciendo un sonido básico. Según la tensión y
apertura de las cuerdas vocales, este sonido puede ser modificado en tono y volumen.