TEMA 6: EL TEATRO ESPAÑOL A PARTIR DE 1936
Tras la Guerra Civil (1936-1939) se instauró en España una dictadura bajo el mando general de
Franco, que impuso un modelo político totalitario que provocó un aislamiento internacional. La
literatura durante este periodo está marcada por el exilio o muerte de muchos intelectuales y la
censura. Hasta la muerte de Franco en 1975, abriendo así la etapa de democratización que
culminaría con la aprobación de la Constitución de 1978.
Durante la posguerra el teatro luchó contra una doble censura: la del propio texto y la de la
representación. No pudo llegar a España la influencia de la renovación teatral europea. En las
representaciones predominaba el teatro de consumo, carente de intención crítica y que
despreciaba la experimentación. Además, se redujeron los espectadores debido a la miseria
económica y a la aparición del cine como principal entretenimiento de la población.
El teatro de los años cuarenta tomó una doble dirección: el teatro consumista o burgués, al
modo de las de Benavente, con temas como enredos amorosos, el honor y la honra. Eran
comedias de evasión para un público burgués. Destacó José María Pemán (El divino
impaciente). Y el teatro del humor, que buscaba la risa del público y criticaba levemente las
costumbres de la burguesía. Destacó Enrique Jardiel Poncela, que propuso una concepción
nihilista y agresiva del humor basada en el ingenio lingüístico y en la invención de situaciones
chocantes. Entre sus obras, destaca Cuatro corazones con freno y marcha atrás. Y Miguel
Mihura, quien practica un humor suavizado con ternura y sentimentalismo, aunque mantiene el
juego con lo ilógico como fuente de comicidad. Destaca su obra Tres sombreros de copa.
En los años cincuenta, el teatro reflejó las inquietudes sociales de la época de un modo
realista. Los dramaturgos recurrieron a un lenguaje indirecto y simbólico, para evitar la censura
y criticar la sociedad de su época. Estos autores transmitieron, la falta de libertad, la hipocresía,
la desigualdad, la injusticia social, la falsa moral de la clase dominante y la explotación de la
clase obrera.
Antonio Buero Vallejo es el autor clave de esta generación. Su teatro tiene un carácter
simbólico que permitió realizar una crítica dentro de los límites de la censura franquista.
Durante la dictadura llevó a escena, con gran aceptación, unas treinta obras entre las que
destaca Historia de una escalera. Su teatro tiene un fuerte sentido trágico, con el que transmitió
su reflexión y su compromiso ético con el hombre y con la sociedad española. En sus obras, el
diálogo ocupa un papel importante e introdujo “efectos de inmersión”, con los que pretende
involucrar a los espectadores en los problemas de los personajes. Tiene obras de corte
simbólico como La fundación. Destaca Un soñador para un pueblo , una obra de corte histórico,
El sueño de la razón, sobre Goya.
Alfonso Sastre, su teatro se caracteriza por la denuncia de forma explícita de la injusticia social
y política del país y por la renovación estética. Fundó un grupo de teatro experimental llamado
Arte Nuevo, aunque sus obras fueron prohibidas en varias ocasiones por la censura. Destaca
Escuadra hacia la muerte, un profundo drama existencial de abierto antimilitarismo y La
taberna fantástica una tragedia compleja, en la que se juntan la caricatura grotesca al estilo de
Valle y el distanciamiento objetivista propuesto por Bertol Brecht.
Tras la Guerra Civil (1936-1939) se instauró en España una dictadura bajo el mando general de
Franco, que impuso un modelo político totalitario que provocó un aislamiento internacional. La
literatura durante este periodo está marcada por el exilio o muerte de muchos intelectuales y la
censura. Hasta la muerte de Franco en 1975, abriendo así la etapa de democratización que
culminaría con la aprobación de la Constitución de 1978.
Durante la posguerra el teatro luchó contra una doble censura: la del propio texto y la de la
representación. No pudo llegar a España la influencia de la renovación teatral europea. En las
representaciones predominaba el teatro de consumo, carente de intención crítica y que
despreciaba la experimentación. Además, se redujeron los espectadores debido a la miseria
económica y a la aparición del cine como principal entretenimiento de la población.
El teatro de los años cuarenta tomó una doble dirección: el teatro consumista o burgués, al
modo de las de Benavente, con temas como enredos amorosos, el honor y la honra. Eran
comedias de evasión para un público burgués. Destacó José María Pemán (El divino
impaciente). Y el teatro del humor, que buscaba la risa del público y criticaba levemente las
costumbres de la burguesía. Destacó Enrique Jardiel Poncela, que propuso una concepción
nihilista y agresiva del humor basada en el ingenio lingüístico y en la invención de situaciones
chocantes. Entre sus obras, destaca Cuatro corazones con freno y marcha atrás. Y Miguel
Mihura, quien practica un humor suavizado con ternura y sentimentalismo, aunque mantiene el
juego con lo ilógico como fuente de comicidad. Destaca su obra Tres sombreros de copa.
En los años cincuenta, el teatro reflejó las inquietudes sociales de la época de un modo
realista. Los dramaturgos recurrieron a un lenguaje indirecto y simbólico, para evitar la censura
y criticar la sociedad de su época. Estos autores transmitieron, la falta de libertad, la hipocresía,
la desigualdad, la injusticia social, la falsa moral de la clase dominante y la explotación de la
clase obrera.
Antonio Buero Vallejo es el autor clave de esta generación. Su teatro tiene un carácter
simbólico que permitió realizar una crítica dentro de los límites de la censura franquista.
Durante la dictadura llevó a escena, con gran aceptación, unas treinta obras entre las que
destaca Historia de una escalera. Su teatro tiene un fuerte sentido trágico, con el que transmitió
su reflexión y su compromiso ético con el hombre y con la sociedad española. En sus obras, el
diálogo ocupa un papel importante e introdujo “efectos de inmersión”, con los que pretende
involucrar a los espectadores en los problemas de los personajes. Tiene obras de corte
simbólico como La fundación. Destaca Un soñador para un pueblo , una obra de corte histórico,
El sueño de la razón, sobre Goya.
Alfonso Sastre, su teatro se caracteriza por la denuncia de forma explícita de la injusticia social
y política del país y por la renovación estética. Fundó un grupo de teatro experimental llamado
Arte Nuevo, aunque sus obras fueron prohibidas en varias ocasiones por la censura. Destaca
Escuadra hacia la muerte, un profundo drama existencial de abierto antimilitarismo y La
taberna fantástica una tragedia compleja, en la que se juntan la caricatura grotesca al estilo de
Valle y el distanciamiento objetivista propuesto por Bertol Brecht.