CAP. 2: ¿Está mal no prestar ayuda?
Comienza este capítulo con un nuevo ejemplo: un hombre tiene que elegir entre salvar
a su coche recién comprado, o salvar a un niño de ser atropellado por un tren. En esta
ocasión el hombre decide no accionar la manivela. De manera que si nadie hace nada el
tren arrollará al pequeño, pero el Bugatti seguirá intacto. Con este ejemplo introduce a
un filósofo llamado Peter Unger, el cual nos desafía a pensar donde situaríamos el límite
de nuestro sacrificio, para él debemos de donar dinero hasta la mendicidad. Y una vez
que no tengamos más seguir ganándolo para ayudar a los demás.
Según Singer la mayoría de personas salvarían al niño, y opinan que el protagonista del
ejemplo anterior obró erróneamente. Pero quizás el dinero que perdería de sacrificar
ese coche, le ayudaría a poder tener una buena jubilación, entonces Singer se plantea la
siguiente pregunta: ¿cómo va a estar mal ahorrar dinero para tener en un futuro una
jubilación holgada? Esta conclusión es un tanto desconcertante, pues el propio Singer
explicó en el capítulo anterior que no como indica Unger es necesario donar
absolutamente todo lo que tengas, tan solo debes donar todo aquello que realmente no
necesitas para llevar una vida sencilla y sin falta de necesidades.
Unger propone un ejemplo distinto en el cual no hay muertos. Junto con el anterior
ambos proponen un planteamiento para el resto del capítulo, en el cual Singer tratará
de mostrarnos que debemos prestar ayuda a quienes lo necesitan. Pero ¿en qué
podemos basar nuestro criterio para decidir quién necesita ayuda? Existen tres premisas
para llegar a una conclusión: el sufrimiento y muerte por falta de cobijo o alimento son
malos; si podemos sacrificar algo menos importante como el mal que queremos evitar,
debemos de realizar ese sacrificio y finalmente debemos aportar dinero a organismos
de ayuda internacional, para que estos puedan es sufrimiento y las muertes de las que
hablamos anteriormente. Es por tanto que concluimos que debemos aportar dinero a
organismos de ayuda internacional, de lo contrario no estamos obrando con corrección
y no hay situaciones en las cuales dejar morir o sufrir a alguien por las causas nombradas
anteriormente esté justificado de algún modo.
Tal y como indican las anteriores premisas para saber cómo ayudar a los demás debes
tratara los demás como te gustaría que te tratasen a ti. Esta es la base de la ética
universal que se ve reflejada en múltiples religiones como el budismo, el Islam, el
confucionismo, etc. Esto se denomina ética de la reciprocidad y nos anima a ponernos
en el lugar del otro y a arriesgar algo casi tan importante como lo que queremos salvar.
Aquí encontramos un problema el término tan importante, pues son unas palabras muy
subjetivas, pues ¿qué es más importante que salvar la vida de un niño? ¿Salvar un
coche? ¿O poder asegurarte un futuro sin problemas una vez llegue tu jubilación?
Recalca por tanto Singer como indicó en el capítulo anterior la importancia de no
derrochar el dinero, y darlo en su lugar a gente que de verdad lo necesite. No debemos
ver esto como un favor o una buena obra, sino verlo como algo que debemos hacer.
Comienza este capítulo con un nuevo ejemplo: un hombre tiene que elegir entre salvar
a su coche recién comprado, o salvar a un niño de ser atropellado por un tren. En esta
ocasión el hombre decide no accionar la manivela. De manera que si nadie hace nada el
tren arrollará al pequeño, pero el Bugatti seguirá intacto. Con este ejemplo introduce a
un filósofo llamado Peter Unger, el cual nos desafía a pensar donde situaríamos el límite
de nuestro sacrificio, para él debemos de donar dinero hasta la mendicidad. Y una vez
que no tengamos más seguir ganándolo para ayudar a los demás.
Según Singer la mayoría de personas salvarían al niño, y opinan que el protagonista del
ejemplo anterior obró erróneamente. Pero quizás el dinero que perdería de sacrificar
ese coche, le ayudaría a poder tener una buena jubilación, entonces Singer se plantea la
siguiente pregunta: ¿cómo va a estar mal ahorrar dinero para tener en un futuro una
jubilación holgada? Esta conclusión es un tanto desconcertante, pues el propio Singer
explicó en el capítulo anterior que no como indica Unger es necesario donar
absolutamente todo lo que tengas, tan solo debes donar todo aquello que realmente no
necesitas para llevar una vida sencilla y sin falta de necesidades.
Unger propone un ejemplo distinto en el cual no hay muertos. Junto con el anterior
ambos proponen un planteamiento para el resto del capítulo, en el cual Singer tratará
de mostrarnos que debemos prestar ayuda a quienes lo necesitan. Pero ¿en qué
podemos basar nuestro criterio para decidir quién necesita ayuda? Existen tres premisas
para llegar a una conclusión: el sufrimiento y muerte por falta de cobijo o alimento son
malos; si podemos sacrificar algo menos importante como el mal que queremos evitar,
debemos de realizar ese sacrificio y finalmente debemos aportar dinero a organismos
de ayuda internacional, para que estos puedan es sufrimiento y las muertes de las que
hablamos anteriormente. Es por tanto que concluimos que debemos aportar dinero a
organismos de ayuda internacional, de lo contrario no estamos obrando con corrección
y no hay situaciones en las cuales dejar morir o sufrir a alguien por las causas nombradas
anteriormente esté justificado de algún modo.
Tal y como indican las anteriores premisas para saber cómo ayudar a los demás debes
tratara los demás como te gustaría que te tratasen a ti. Esta es la base de la ética
universal que se ve reflejada en múltiples religiones como el budismo, el Islam, el
confucionismo, etc. Esto se denomina ética de la reciprocidad y nos anima a ponernos
en el lugar del otro y a arriesgar algo casi tan importante como lo que queremos salvar.
Aquí encontramos un problema el término tan importante, pues son unas palabras muy
subjetivas, pues ¿qué es más importante que salvar la vida de un niño? ¿Salvar un
coche? ¿O poder asegurarte un futuro sin problemas una vez llegue tu jubilación?
Recalca por tanto Singer como indicó en el capítulo anterior la importancia de no
derrochar el dinero, y darlo en su lugar a gente que de verdad lo necesite. No debemos
ver esto como un favor o una buena obra, sino verlo como algo que debemos hacer.
