HUME
Conocimiento
Hume sostiene que el conocimiento esta formado por contenidos mentales basados en
la experiencia, a los que denomina percepciones, que se dividen según su grado de
viveza en dos grandes grupos: Impresiones (actos inmediatos de la experiencia,
pueden ser de sensación, cualidades de los objetos del mundo exterior, o de reflexión,
estados de consciencia). E ideas (copias o imágenes de las impresiones que hemos
percibido previamente, pueden ser simples, copias o evocaciones de las impresiones
simples anteriores, y complejas, que pueden ser copias de las impresiones complejas o
producto de la asociación que nuestra mente establece en otras ideas distintas).
De acuerdo con Hume, la mente humana tiende a asociar las ideas de tres maneras
distintas. La primera se basa en la semejanza, la segunda en la contigüidad espacio
temporal, y la tercera en las relaciones causa efecto, la cual deriva de la anterior.
El escepticismo de Hume
Hume plantea una critica radical de conceptos metafísicos como la causalidad, la
sustancia de Dios, el mundo o el yo, ya que son ideas confusas que no provienen de
ninguna expresión sensible, y sobre cuya existencia real no podemos tener ninguna
certeza absoluta.
Solo es posible tener un conocimiento indudable de aquello que percibimos gracias a
nuestras impresiones. La teoría del conocimiento de Hume es un fenomenismo
escéptico, ya que, de acuerdo con ella, solo podemos tener seguridad de los
fenómenos que captan nuestros sentidos.
¿De dónde proceden nuestras ideas?
Según Hume, todas las ideas de nuestra mente proceden en último término de alguna
impresión percibida anteriormente. Esto resulta muy claro cuando pensamos en las
ideas correspondientes a un color, un sabor o un sonido; pero también funciona para
las ideas más elaboradas. Por ello, Hume afirma que no hay ideas innatas.
Relaciones de ideas y cuestiones de hecho
Una vez establecido el origen de las ideas, Hume pasa a estudiar la validez que tienen
nuestros conocimientos y creencias. Esto requiere que nos detengamos a analizar el
modo en que se formulan las verdades en las que creemos. Nuestras creencias y
opiniones se expresan mediante proposiciones, que son expresiones con las que
afirmamos o negamos algo.
Las relaciones de ideas simplemente expresan la conexión que existe entre ideas
diferentes, por lo que siempre son verdades. Estas proposiciones expresan verdades
necesarias que no podemos negar, porque si lo hacemos obtenemos una
, contradicción, esto es lo que se llama “principio de no contradicción”. Estas son las
proposiciones que componen la lógica y las matemáticas, que son verdades exactas e
indudables, pero que no nos aportan conocimiento sobre el mundo.
En cambio, las cuestiones de hecho no son proposiciones necesarias, ya que su
negación no implica contradicción lógica. Las cuestiones de hecho son afirmaciones
acerca de del mundo y de la vida, por lo que para saber si son ciertas debemos recurrir
a la experiencia. El contenido de las ciencias naturales está formado por cuestiones de
hecho.
La crítica a la idea de causalidad
Causa efecto
Cuando pensamos en causalidad interpretamos que existe una conexión necesaria
entre la causa y el efecto, pero no se trata simplemente de que una cosa venga a
continuación de la otra; más bien lo que creemos es que la causa ha sido la
responsable de que tenga que producirse el efecto.
En busca de la conexión necesaria
Debemos observar que las proposiciones con las que expresamos las conexiones
causales no son relaciones de ideas, sino cuestiones de hecho. Hume consideraba que
las relaciones de ideas son verdades necesarias cuya negación resulta contradictoria.
Sin embargo, las cuestiones de hecho no afirman verdades necesarias, sino situaciones
contingentes. Para comprobar si una cuestión de hecho es verdadera o falsa no
tenemos más remedio que recurrir a la experiencia. Esto es lo que sucede con las
proposiciones que expresan una relación causal. De acuerdo con la posición de Hume,
una persona que jamás hubiese visto el fuego no podría saber de antemano cuáles son
sus efectos hasta haberlo comprobado por sí misma. Si sabemos que el fuego produce
calor es porque lo hemos experimentado. Cuando repetimos muchas veces la misma
experiencia la obtención de resultados similares crea en nosotros un hábito que nos
predispone a esperar que la próxima vez las cosas vayan a suceder del mismo modo,
esto es la idea de conexión causal.
Un conocimiento probable
El hecho de que un fenómeno haya estado siempre unido a otro nos permite imaginar
que probablemente la próxima vez las cosas ocurrirán del mismo modo. Pero Hume
insiste en recordarnos que esto es solo una suposición, no una certeza indudable.
La crítica de Hume al concepto de causalidad necesaria supone rebajar las
pretensiones de certeza indudable que hasta entonces había tenido la ciencia. Si la
relación causal es algo únicamente probable, entonces las leyes de la ciencia no son
Conocimiento
Hume sostiene que el conocimiento esta formado por contenidos mentales basados en
la experiencia, a los que denomina percepciones, que se dividen según su grado de
viveza en dos grandes grupos: Impresiones (actos inmediatos de la experiencia,
pueden ser de sensación, cualidades de los objetos del mundo exterior, o de reflexión,
estados de consciencia). E ideas (copias o imágenes de las impresiones que hemos
percibido previamente, pueden ser simples, copias o evocaciones de las impresiones
simples anteriores, y complejas, que pueden ser copias de las impresiones complejas o
producto de la asociación que nuestra mente establece en otras ideas distintas).
De acuerdo con Hume, la mente humana tiende a asociar las ideas de tres maneras
distintas. La primera se basa en la semejanza, la segunda en la contigüidad espacio
temporal, y la tercera en las relaciones causa efecto, la cual deriva de la anterior.
El escepticismo de Hume
Hume plantea una critica radical de conceptos metafísicos como la causalidad, la
sustancia de Dios, el mundo o el yo, ya que son ideas confusas que no provienen de
ninguna expresión sensible, y sobre cuya existencia real no podemos tener ninguna
certeza absoluta.
Solo es posible tener un conocimiento indudable de aquello que percibimos gracias a
nuestras impresiones. La teoría del conocimiento de Hume es un fenomenismo
escéptico, ya que, de acuerdo con ella, solo podemos tener seguridad de los
fenómenos que captan nuestros sentidos.
¿De dónde proceden nuestras ideas?
Según Hume, todas las ideas de nuestra mente proceden en último término de alguna
impresión percibida anteriormente. Esto resulta muy claro cuando pensamos en las
ideas correspondientes a un color, un sabor o un sonido; pero también funciona para
las ideas más elaboradas. Por ello, Hume afirma que no hay ideas innatas.
Relaciones de ideas y cuestiones de hecho
Una vez establecido el origen de las ideas, Hume pasa a estudiar la validez que tienen
nuestros conocimientos y creencias. Esto requiere que nos detengamos a analizar el
modo en que se formulan las verdades en las que creemos. Nuestras creencias y
opiniones se expresan mediante proposiciones, que son expresiones con las que
afirmamos o negamos algo.
Las relaciones de ideas simplemente expresan la conexión que existe entre ideas
diferentes, por lo que siempre son verdades. Estas proposiciones expresan verdades
necesarias que no podemos negar, porque si lo hacemos obtenemos una
, contradicción, esto es lo que se llama “principio de no contradicción”. Estas son las
proposiciones que componen la lógica y las matemáticas, que son verdades exactas e
indudables, pero que no nos aportan conocimiento sobre el mundo.
En cambio, las cuestiones de hecho no son proposiciones necesarias, ya que su
negación no implica contradicción lógica. Las cuestiones de hecho son afirmaciones
acerca de del mundo y de la vida, por lo que para saber si son ciertas debemos recurrir
a la experiencia. El contenido de las ciencias naturales está formado por cuestiones de
hecho.
La crítica a la idea de causalidad
Causa efecto
Cuando pensamos en causalidad interpretamos que existe una conexión necesaria
entre la causa y el efecto, pero no se trata simplemente de que una cosa venga a
continuación de la otra; más bien lo que creemos es que la causa ha sido la
responsable de que tenga que producirse el efecto.
En busca de la conexión necesaria
Debemos observar que las proposiciones con las que expresamos las conexiones
causales no son relaciones de ideas, sino cuestiones de hecho. Hume consideraba que
las relaciones de ideas son verdades necesarias cuya negación resulta contradictoria.
Sin embargo, las cuestiones de hecho no afirman verdades necesarias, sino situaciones
contingentes. Para comprobar si una cuestión de hecho es verdadera o falsa no
tenemos más remedio que recurrir a la experiencia. Esto es lo que sucede con las
proposiciones que expresan una relación causal. De acuerdo con la posición de Hume,
una persona que jamás hubiese visto el fuego no podría saber de antemano cuáles son
sus efectos hasta haberlo comprobado por sí misma. Si sabemos que el fuego produce
calor es porque lo hemos experimentado. Cuando repetimos muchas veces la misma
experiencia la obtención de resultados similares crea en nosotros un hábito que nos
predispone a esperar que la próxima vez las cosas vayan a suceder del mismo modo,
esto es la idea de conexión causal.
Un conocimiento probable
El hecho de que un fenómeno haya estado siempre unido a otro nos permite imaginar
que probablemente la próxima vez las cosas ocurrirán del mismo modo. Pero Hume
insiste en recordarnos que esto es solo una suposición, no una certeza indudable.
La crítica de Hume al concepto de causalidad necesaria supone rebajar las
pretensiones de certeza indudable que hasta entonces había tenido la ciencia. Si la
relación causal es algo únicamente probable, entonces las leyes de la ciencia no son
