EL LICENCIADO EN DERECHO Y SU CLIENTE.
Deberes del Abogado para consigo mismo y la profesión.
1. Esencia del Deber Profesional.
Comenzaremos por reiterar que el Abogado debe tener presente que es
un servidor del Derecho y un coadyuvante de la justicia. Es aquí donde
cabe la pregunta ¿para qué estamos los abogados, para que prospere la
razón de quién nos paga o para procurar que haya justicia?
Estamos para procurar la justicia a través de un interés particular y con
ello salvaguardar los intereses del cliente.
2. Ciencia.
Para servir a la justicia y colaborar con su administración es
indispensable la labor intelectual del estudio, la meditación para conocer
el Derecho y la Jurisprudencia.
Que el Abogado tenga ciencia supone que adquiera un conocimiento
generalizado y profundo sobre el Derecho Positivo vigente lo cual exige
un esfuerzo considerable y tesonero (insistente).
Esto se condensa en los deberes establecidos en el Decálogo:
a) ESTUDIA.
Las opiniones jurídicas varían de fecha y hasta de hora de expedición: el
Abogado se transforma en un cazador de leyes; así pues en los debates
un artículo de una ley olvidada y derogada reduce a polvo toda una
biblioteca.
, b) PIENSA.
El Abogado es quien debe formar el puente para afirmar o desvirtuar lo
dicho, así mismo en la demanda deberá esbozar el proyecto de
sentencia que espera obtener al final del Juicio con las pruebas que la
sustentarán. El buen Abogado facilita y adelanta el trabajo judicial.
Aceptar el caso, ser el Primer Juez, actuar con intuición y experiencia es
hacer en cierto modo jurisprudencia y hasta proyectar leyes, porque un
caso justo bien defendido y ganado puede abrir caminos insospechados.
En ocasiones es complicado hacer entender que se debe estudiar para
saber, para el futuro ejercicio profesional y no superar los exámenes.
El Derecho implica lógica y meditación para aprender sus principios y
ello sólo se logra con esfuerzo constante y dedicación.
3. Diligencia.
El Abogado debe ser diligente, es decir, deberá poner mucho cuidado en
la atención y manejo de los asuntos que se le confían, vigilando con celo
y dedicación los diversos pasos del proceso. Esta diligencia ha de
ponerla de manifiesto aún en las pequeñas cosas mismas que son
reveladoras de un orden en la organización del estudio: entre ellas se
encuentran puntualidad en el horario de atención al mismo (juicio y/o
asunto) así como a las carpetas y fichas para el caso de un mínimo de
control contable; diligencia en la asistencia por sí o por otra persona a
los tribunales cuando sea requerido, y en especial los días de notas para
controlar los asuntos y el despacho; en la interposición en tiempo de los
recursos que sean procedentes, en la vigilancia de las pruebas, en la
asistencia a las audiencias en forma puntual.
Para cuestiones penales la diligencia es más exigible cuando de ella
depende la libertad que se pueda lograr del defendido.
En este deber encaja el tercer mandamiento: TRABAJA la abogacía es
una ardua fatiga.
En algunos casos del 100% de los Juicios sólo una parte exige un
trabajo intenso, sin embargo, el hábito del trabajo y el orden con que se
lleve hará que los casos se vuelvan sencillos y a la vez los más sencillos
servirán para los casos más grandes.
Deberes del Abogado para consigo mismo y la profesión.
1. Esencia del Deber Profesional.
Comenzaremos por reiterar que el Abogado debe tener presente que es
un servidor del Derecho y un coadyuvante de la justicia. Es aquí donde
cabe la pregunta ¿para qué estamos los abogados, para que prospere la
razón de quién nos paga o para procurar que haya justicia?
Estamos para procurar la justicia a través de un interés particular y con
ello salvaguardar los intereses del cliente.
2. Ciencia.
Para servir a la justicia y colaborar con su administración es
indispensable la labor intelectual del estudio, la meditación para conocer
el Derecho y la Jurisprudencia.
Que el Abogado tenga ciencia supone que adquiera un conocimiento
generalizado y profundo sobre el Derecho Positivo vigente lo cual exige
un esfuerzo considerable y tesonero (insistente).
Esto se condensa en los deberes establecidos en el Decálogo:
a) ESTUDIA.
Las opiniones jurídicas varían de fecha y hasta de hora de expedición: el
Abogado se transforma en un cazador de leyes; así pues en los debates
un artículo de una ley olvidada y derogada reduce a polvo toda una
biblioteca.
, b) PIENSA.
El Abogado es quien debe formar el puente para afirmar o desvirtuar lo
dicho, así mismo en la demanda deberá esbozar el proyecto de
sentencia que espera obtener al final del Juicio con las pruebas que la
sustentarán. El buen Abogado facilita y adelanta el trabajo judicial.
Aceptar el caso, ser el Primer Juez, actuar con intuición y experiencia es
hacer en cierto modo jurisprudencia y hasta proyectar leyes, porque un
caso justo bien defendido y ganado puede abrir caminos insospechados.
En ocasiones es complicado hacer entender que se debe estudiar para
saber, para el futuro ejercicio profesional y no superar los exámenes.
El Derecho implica lógica y meditación para aprender sus principios y
ello sólo se logra con esfuerzo constante y dedicación.
3. Diligencia.
El Abogado debe ser diligente, es decir, deberá poner mucho cuidado en
la atención y manejo de los asuntos que se le confían, vigilando con celo
y dedicación los diversos pasos del proceso. Esta diligencia ha de
ponerla de manifiesto aún en las pequeñas cosas mismas que son
reveladoras de un orden en la organización del estudio: entre ellas se
encuentran puntualidad en el horario de atención al mismo (juicio y/o
asunto) así como a las carpetas y fichas para el caso de un mínimo de
control contable; diligencia en la asistencia por sí o por otra persona a
los tribunales cuando sea requerido, y en especial los días de notas para
controlar los asuntos y el despacho; en la interposición en tiempo de los
recursos que sean procedentes, en la vigilancia de las pruebas, en la
asistencia a las audiencias en forma puntual.
Para cuestiones penales la diligencia es más exigible cuando de ella
depende la libertad que se pueda lograr del defendido.
En este deber encaja el tercer mandamiento: TRABAJA la abogacía es
una ardua fatiga.
En algunos casos del 100% de los Juicios sólo una parte exige un
trabajo intenso, sin embargo, el hábito del trabajo y el orden con que se
lleve hará que los casos se vuelvan sencillos y a la vez los más sencillos
servirán para los casos más grandes.
