CUESTIONES CORTAS HISTORIA
Bloque a. De la Prehistoria al reinado de los primeros Borbones (XVIII)
1.1. EL PALEOLÍTICO Y NEOLÍTICO
El proceso de hominización europeo se inició en África/Asia hace 2/1,4 m. de
años, donde los Australopitecus evolucionan al Homo hábilis y Homo
ergaster. El Paleolítico Inferior (800.000-100.000 aC) supone un proceso
evolutivo con el paso al “Homo erectus” y, en la península y toda Europa, con
el “Homo antecessor”, la especie que revoluciona el proceso, gracias a los
restos de Atapuerca (Burgos), aparecidos en la “gran dolina” (800.000 aC) y
en 2022 la mandíbula de la “sima del elefante” (1,4 m. aC). El “Homo
heidelbergensis” (400.000 aC), lleva a pensar una evolución hacia el “Homo
neanderthalensis”, más robusto y con una capacidad craneal mayor,
cazadores de grandes mamíferos y con probables creencias espirituales, a
caballo entre el Inferior y Medio (100.000-35.000 aC) en Gibraltar, Banyoles…
El Paleolítico Superior (35.000- 6.000 aC), ya con “Homo sapiens”
(“Cromagnon”), en el norte cantábrico (El Castillo) y el este/levante, con
industria lítica especializada, arte mobiliar y parietal, economía depredadora
(caza, recolección…) y nomadismo. El paso al Neolítico (6.000-3.000 aC)
peninsular es tardío y genera una economía productora (agricultura,
domesticación de animales…), sedentarismo, división social del trabajo y
organización social compleja. Así, las culturas de los metales (3.000-200 aC),
proponen tres fases: la Edad del Cobre o Calcolítico (III milenio), con el
poblado de Los Millares, primeros poblados con más de mil individuos; la
Edad del Bronce (2000-800 aC), estructuras protoestatales y con desarrollo
comercial con otros poblados (Argar (Almería); cultura “megalítica” y
tayalótica-Is. Baleares; campos de urnas-Levante; cultura del “vaso
campaniforme”, etc…). Durante el I Milenio aC y tras el 750 aC aparece la
Edad del Hierro, que coincide con la llegada de pueblos colonizadores. La
pintura rupestre/parietal, con policromados y colorantes naturales, se recrea
en dos zonas: cantábrica y levantina. La 1ª supone la representación
naturalista de animales, aprovechan el relieve de las rocas para dar volumen,
figuras aisladas, superpuestas (no escenas), con significado
mágico-propiciatorio, en el interior de cuevas (Altamira (36.000/16.000), Tito
Bustillo…). La 2ª con mayor escasez de colores, muestra escenas de caza,
recolección, luchas, danzas rituales, figuras esquemáticas (Cogull, Valltorta,
Cova del’Or…)
, 1.2 LOS PUEBLOS PRERROMANOS Y LAS COLONIZACIONES EN
LA PENÍNSULA IBÉRICA
En la Península Ibérica, antes de la llegada de los romanos, existían varios pueblos
prerromanos con culturas diferenciadas. Entre ellos, destaca la civilización de
Tartessos en el suroeste peninsular, entre los siglos IX y VII a.C. Este pueblo fue el
más antiguo documentado, con una economía basada en la minería (oro y plata), la
agricultura y el comercio con los fenicios. La riqueza minera y la explotación de
recursos naturales fue clave para su desarrollo, aunque su declive fue precipitado
por el agotamiento de estos recursos. La península estaba habitada por dos
grandes grupos: los íberos y los celtas. Los íberos, situados en el levante y sur
peninsular, desarrollaron una sociedad urbana con una economía agrícola y
ganadera. Eran conocidos por su sofisticado arte y escultura, como la famosa
Dama de Elche, y por la escritura íbera. Se organizaban en ciudades-estado y
mantenían contactos comerciales con griegos y fenicios. Por otro lado, los celtas,
establecidos en el norte y centro peninsular, tenían una estructura social más tribal
y se dedicaban principalmente a la ganadería y la metalurgia. Estos pueblos no
desarrollaron la escritura, pero eran conocidos por sus habilidades guerreras y su
arte basado en la metalurgia. La interacción entre celtas e íberos dio lugar a la
cultura celtíbera, que habitaba el interior de la península. En cuanto a las
colonizaciones, el colonialismo fenicio tuvo un impacto significativo en la
península. Desde el siglo IX a.C., los fenicios establecieron colonias como Gadir
(actual Cádiz), trayendo consigo tecnologías avanzadas, como la escritura y el uso
del hierro. Posteriormente, en el siglo VII a.C., llegaron los griegos, quienes
fundaron Emporion(Ampurias) y también influyeron en los pueblos indígenas,
especialmente en los íberos, con quienes mantuvieron importantes intercambios
comerciales y culturales. Los cartagineses, descendientes de los fenicios,
comenzaron su expansión en la península a partir del siglo VI a.C., fundando
ciudades como Cartago Nova (actual Cartagena). Su presencia se intensificó a
partir del siglo III a.C., con la intervención de los cartagineses en las Guerras
Púnicas contra Roma. La derrota de Cartago en la Segunda Guerra Púnica
(218-201 a.C.) permitió a Roma iniciar la conquista de la península ibérica, marcando
el comienzo del proceso de romanización.
Bloque a. De la Prehistoria al reinado de los primeros Borbones (XVIII)
1.1. EL PALEOLÍTICO Y NEOLÍTICO
El proceso de hominización europeo se inició en África/Asia hace 2/1,4 m. de
años, donde los Australopitecus evolucionan al Homo hábilis y Homo
ergaster. El Paleolítico Inferior (800.000-100.000 aC) supone un proceso
evolutivo con el paso al “Homo erectus” y, en la península y toda Europa, con
el “Homo antecessor”, la especie que revoluciona el proceso, gracias a los
restos de Atapuerca (Burgos), aparecidos en la “gran dolina” (800.000 aC) y
en 2022 la mandíbula de la “sima del elefante” (1,4 m. aC). El “Homo
heidelbergensis” (400.000 aC), lleva a pensar una evolución hacia el “Homo
neanderthalensis”, más robusto y con una capacidad craneal mayor,
cazadores de grandes mamíferos y con probables creencias espirituales, a
caballo entre el Inferior y Medio (100.000-35.000 aC) en Gibraltar, Banyoles…
El Paleolítico Superior (35.000- 6.000 aC), ya con “Homo sapiens”
(“Cromagnon”), en el norte cantábrico (El Castillo) y el este/levante, con
industria lítica especializada, arte mobiliar y parietal, economía depredadora
(caza, recolección…) y nomadismo. El paso al Neolítico (6.000-3.000 aC)
peninsular es tardío y genera una economía productora (agricultura,
domesticación de animales…), sedentarismo, división social del trabajo y
organización social compleja. Así, las culturas de los metales (3.000-200 aC),
proponen tres fases: la Edad del Cobre o Calcolítico (III milenio), con el
poblado de Los Millares, primeros poblados con más de mil individuos; la
Edad del Bronce (2000-800 aC), estructuras protoestatales y con desarrollo
comercial con otros poblados (Argar (Almería); cultura “megalítica” y
tayalótica-Is. Baleares; campos de urnas-Levante; cultura del “vaso
campaniforme”, etc…). Durante el I Milenio aC y tras el 750 aC aparece la
Edad del Hierro, que coincide con la llegada de pueblos colonizadores. La
pintura rupestre/parietal, con policromados y colorantes naturales, se recrea
en dos zonas: cantábrica y levantina. La 1ª supone la representación
naturalista de animales, aprovechan el relieve de las rocas para dar volumen,
figuras aisladas, superpuestas (no escenas), con significado
mágico-propiciatorio, en el interior de cuevas (Altamira (36.000/16.000), Tito
Bustillo…). La 2ª con mayor escasez de colores, muestra escenas de caza,
recolección, luchas, danzas rituales, figuras esquemáticas (Cogull, Valltorta,
Cova del’Or…)
, 1.2 LOS PUEBLOS PRERROMANOS Y LAS COLONIZACIONES EN
LA PENÍNSULA IBÉRICA
En la Península Ibérica, antes de la llegada de los romanos, existían varios pueblos
prerromanos con culturas diferenciadas. Entre ellos, destaca la civilización de
Tartessos en el suroeste peninsular, entre los siglos IX y VII a.C. Este pueblo fue el
más antiguo documentado, con una economía basada en la minería (oro y plata), la
agricultura y el comercio con los fenicios. La riqueza minera y la explotación de
recursos naturales fue clave para su desarrollo, aunque su declive fue precipitado
por el agotamiento de estos recursos. La península estaba habitada por dos
grandes grupos: los íberos y los celtas. Los íberos, situados en el levante y sur
peninsular, desarrollaron una sociedad urbana con una economía agrícola y
ganadera. Eran conocidos por su sofisticado arte y escultura, como la famosa
Dama de Elche, y por la escritura íbera. Se organizaban en ciudades-estado y
mantenían contactos comerciales con griegos y fenicios. Por otro lado, los celtas,
establecidos en el norte y centro peninsular, tenían una estructura social más tribal
y se dedicaban principalmente a la ganadería y la metalurgia. Estos pueblos no
desarrollaron la escritura, pero eran conocidos por sus habilidades guerreras y su
arte basado en la metalurgia. La interacción entre celtas e íberos dio lugar a la
cultura celtíbera, que habitaba el interior de la península. En cuanto a las
colonizaciones, el colonialismo fenicio tuvo un impacto significativo en la
península. Desde el siglo IX a.C., los fenicios establecieron colonias como Gadir
(actual Cádiz), trayendo consigo tecnologías avanzadas, como la escritura y el uso
del hierro. Posteriormente, en el siglo VII a.C., llegaron los griegos, quienes
fundaron Emporion(Ampurias) y también influyeron en los pueblos indígenas,
especialmente en los íberos, con quienes mantuvieron importantes intercambios
comerciales y culturales. Los cartagineses, descendientes de los fenicios,
comenzaron su expansión en la península a partir del siglo VI a.C., fundando
ciudades como Cartago Nova (actual Cartagena). Su presencia se intensificó a
partir del siglo III a.C., con la intervención de los cartagineses en las Guerras
Púnicas contra Roma. La derrota de Cartago en la Segunda Guerra Púnica
(218-201 a.C.) permitió a Roma iniciar la conquista de la península ibérica, marcando
el comienzo del proceso de romanización.